Cuando parecía que nada podía empeorar para el Mann Filter, el conjunto amarillo recibió ayer otro palo más. No por la derrota, que se podía producir, sino por la forma en que llegó. Las de Cuadrat no realizaron un buen partido, pero lucharon, llegaron a remontar una desventaja de hasta catorce puntos, y en un nefasto último cuarto tiraron por la borda el trabajo anterior ante un equipo con jugadoras más determinantes.

Era la vuelta a casa de Pilar Valero, el último partido del año, la despedida de la croata Bogoje (que ya ha sido cortada) y una de las finales que tiene de ahora en adelante el conjunto aragonés. Había tanto en juego que las dos jugadoras más importantes del Mann Filter, Mar Rovira y la brasileña Ega, lo acusaron y tuvieron una noche desastrosa. Bien es cierto que las gallegas las pararon bien, pero cinco puntos entre ambas es un resultado ridículo para dos mujeres que tienen que tirar del carro.

Con ese panorama, la superioridad de la gigantona Mujanovic bajo los aros (se fue a los 12 puntos en los primeros diez minutos) y la rápida segunda falta de Freixanet, el Celta tomó las primeras ventajas en el marcador, colocando el 12-20 a poco de terminar el primer parcial. Por aquel entonces por las amarillas solo sumaban una inspirada Palomares desde la línea de tres y una luchadora nata como Estela Royo.

Además, con la entrada en acción de una excelente y joven jugadora como Alba Torrens las cosas se pusieron peor y solo la sorprendente aparición de De la Fuente, que sí fue capaz de hacer daño a Mujanovic, mantenía a las locales vivas.

Pero el Celta tenía más armas. Nicholls por dentro, Valero por fuera y su trabajo en defensa llevaron la desventaja a los catorce puntos. Había que jugársela y Cuadrat lo hizo haciendo debutar este año (tras muchos meses de lesión) a la perla zaragozana Cristina Ouviña. Salió con trece abajo, revolucionó el partido, contagió a sus compañeras y un parcial de 12-0 dejó todo por decidir en el último cuarto.

El equipo comenzó a creer en el triunfo, la afición empezó a apretar desde la grada y todo invitaba a la ilusión y, sobre todo, a la esperanza, que es algo que nunca debe perder este equipo.

Sin embargo, el Mann Filter parece gafado y una vez más sufrió un revés de los que duelen, de los que te dejan tocado, "con la moral por los suelos, triste y apagado", como dijo el técnico al concluir. No es para menos, ya que se luchó, pero en los momentos decisivos se falló.

De hecho, durante seis minutos ambos conjuntos estuvieron atenazados (0-1 de parcial), pero entonces volvió a aparecer Mujanovic para aportar un par de canastas decisivas. Las locales no anotaron en ese cuarto hasta que quedaba minuto y medio para el final, y eso se paga muy caro. Perder así duele, y mucho.

ENRIQUE COSCOLÍN

heraldo.es