Entre la escasa aportación deportiva de la mayoría de los rivales de la Liga Femenina y el duro calendario de viajes de la Euroliga, parece normal que el Ciudad Ros Casares sea un equipo que ahora mismo aún carbure a arreones. Ayer, ante el Rivas Futura fue un partido calcado a los que disputa el equipo de Manolo Real en la competición doméstica. Momentos de lucidez defensiva, velocidad y acierto que son insalvables para los mortales, para los equipos que no circulan en la misma línea de velocidad y fuerza física que las valencianas.

No fue ninguna excepción el enfrentamiento que se vio ayer en la Fonteta. Los 1.200 espectadores que presenciaron el duelo vieron por momentos al Ciudad Ros Casares que debe buscar de nuevo la fase final de la Euroliga, pero también por momentos, y mucho más largos de lo que Real quisiera, al equipo que se deja llevar en situaciones de excesiva bonanza.

Fue un partido sin historia. El Ros Casares abrió el tarro con cierto sosiego. Las madrileñas tuvieron tres minutos iniciales en los que pudieron tutear a las campeonas. Mientras les dejaron, fueron tirando pero llegó el momento en que el campeón comenzó a defender, se acabaron las concesiones, y a correr, se terminaron las paridades en el marcador.


Un cuarto excelente
Ese primer cuarto fue lo mejor ayer de las valencianas. Con Tornikidou y Aguilar aportando en el tiro exterior la balanza se fue desequilibrando. Al final el 30-12 dejaba sentenciado el enfrentamiento. Un dato destacaba en las estadísticas. Mientras las locales acumulaban una valoración conjunta de 41 puntos el equipo madrileño se quedaba en unos paupérrimos 4 puntos.

El duelo estaba resuelto, o casi. Tras la salida del tiempo muerto entre los dos primeros cuartos las madrileñas despertaron con un parcial de 0-8.

Real llamó a su regazo a las ya menos comprometidas jugadoras. Un par de gritos, un par de improperios de los que usa el valenciano, y todo a su sitio. Un 9-0 a favor de las locales devolvió la amplia renta al marcador de la vieja Fonteta.

Ahora mismo el Ros lleva una impoluta temporada, pero hay dos mujeres que aún no han sido capaces de dar un rendimiento solvente. Son Bjelica y Maltsi. La primera no se sabe si es un pívot o un alero pero lo cierto es que su aportación es muy escasa, insuficiente. La griega llegaba con la vitola de estrella en el firmamento continental, pero aún no ha dado muestras de su calidad. No parece cómoda en su papel secundario más cuando su antecesora en el juego, Douglas, tampoco es que esté siendo la releche.

El Rivas trajo a Valencia a dos jugadoras que no hace mucho fueron jugadoras del Ros Casares. La francesa Nicole Antibe se mantiene en una buena línea de juego e hizo cierto daño. También llegó una versión muy engordada de Rankica Sarenac. La serbia es una jugadora que ahora mismo no está para muchos trotes. Pasada de peso era incapaz de saltar. Todo lo que hacía lo realizaba como si estuviera radicada en el parquet de la Fonteta. Jamás despegó los pies del suelo.


Las cosas de Tornikidou
La anécdota del partido la protagonizó Elena Tornikidou. La alero nacionalizada tiene una especie de fobia a la línea de tres puntos. A sus 42 años se pasó media vida sin conocer esa opción que concede un punto más en cada canasta. Se mantiene en sus costumbres. Tornikidou ni se acerca por la parte exterior de la zona ofensiva.

Todo su juego se ciñe a los cinco metros más cercanos al aro rival. Pues bien, ayer logró si primer triple de la temporada. Después de diez partidos jugados en la presente campaña lanzó un triple que anotó ante el Rivas Futura.

Según los datos oficiales del equipo la jugadora llevaba desde el 13 de abril sin anotar un triple. Lo hizo en un partido de play-off ante el Gran Canaria. Si tarda otros siete meses en conseguir el próximo se le habrá pasado ya completa la presente temporada...

J. AGUADÉ

lasprovincias.es