Llevo
días pensando la mejor manera de agradecer algo, pero aun sin saber demasiado
bien si la he encontrado, empiezo a
escribir.
Hace dos semanas, el 24 de
marzo, jugó su último partido en LF2 la UCO. Cuando el partido empezó, era tal el optimismo que
me embargaba que ni por asomo pensé que fuese el último partido que iba a ver
de mis jugadoras en la categoría.
El día pintaba bonito, confiado,
ilusionante. Pero las cosas no salieron como hubiésemos querido. Ganar a
Alcobendas significaba el cinco que algunos profesores nos regalan en los
exámenes. Y al igual que el diez nos lo tenemos que ganar nosotros, el equipo
tenía que dar en este final de temporada todo lo que no había dado hasta
entonces, para conseguir el suyo.
El cinco no llegó, y en
consecuencia, el diez tampoco llegaría más tarde. El tiempo se terminó y el
mazazo a los ánimos fue duro y certero. Tan duro y certero que apenas me
permitió darles una calurosa y merecida ovación de despedida a las muchachas.
Me quedé inmóvil, las lágrimas mitad rabia, mitad pena, comenzaban a brotar
como si el día del Apocalipsis estuviese cerca.
Puede parecer tonto, iluso,
inocente y mil cosas más. Pero hay veces en las que por cosas que quizás no
resulten cruciales, sientes ese vacío que producen los hechos determinantes.
Los que por un motivo u otro acaban siendo tan importantes que forman parte de la Historia. Y aquella tarde yo sentí que algo importante terminaba. Aún no me
acostumbro a que acaben algunas cosas.
Quedaba Madrid. Quedaba Canoe.
Pero no pudo ser. Me hubiese encantado ir. Se gestionó la empresa. Pero al
final no fui. Entre apuntes de baloncesto y hojas del diario de Cristóbal
Colón, conocí el resultado. Y volvió a llover. Con fuerza, con intensidad. La
noche se tornó turbadora y desapacible. ¿Llegaba el verdadero final?
De un equipo de baloncesto
femenino como conjunto, de una liga federada a nivel nacional, pero poco más.
Me di cuenta en seguida de que terminan las cosas que queremos que terminen. De
que tenemos la posibilidad de hacer nuestra Historia como queramos y pese a
todos los inconvenientes, yo quiero hacerla bonita.
Si te paras a examinar por un
instante, eso, la Historia. Ves que esta plagada de momentos oscuros, de
batallas desastrosas y de una cantidad ingente de días negros. ¿Por qué añadir
uno más?
Este año pasado, descubrí que
Córdoba, esa ciudad medio olvidada del centro de Andalucía que antaño fuese
Capital de Occidente, ofrecía un sinfín de cosas a alcance sólo de algunos
privilegiados. Si te detienes un instante en alguna de sus calles o te asomas
por una ventana y dejas que te cuente algo, además de pasado, te dirá que se
encuentra repleta de oportunidades y que sólo espera que tú las sepas
aprovechar.
La Universidad es una de ellas. El deporte otra. Y
asociándolos llegué hasta el equipo de baloncesto femenino, de LF2. Gracias a
mis amigos de lokos, a mi inquietud y una necesidad imperiosa de distracción y
entretenimiento, me planté una mañana todavía de verano, si mal no recuerdo, en
el pabellón universitario de Menéndez Pidal. Y ratifiqué lo que decimos muchas
veces: <<El baloncesto femenino engancha>>
Y así fue como poco a poco me
convertí en prácticamente una ultra de este equipo. Cada fin de semana había un
buen partido del Ros, del UB, en Madrid, Rivas o Estu, etc., etc. Pero yo
empecé a coger confianza. A hacer un poco mío todo lo que vivía cada sábado. Y
fiel a mis humildes principios, no quise "vender" a mis jugadoras por un
viajecito a Valencia o Zaragoza.
Empecé a escribir crónicas. Sin
saber muy bien cómo ni porqué. Eso sí, como siempre, intentando hacerlo lo
mejor posible. Y de las crónicas se pasó a las entrevistas, al análisis de las
estadísticas y a las pancartas de apoyo. Un poco de heterogeneidad, más o menos
como yo soy.
Después vino el trato con las
personas, que como me jacto de decir, al fin y al cabo, es lo que da valor a la
vida. Rafa Garrido, qué gran persona. Casi como de la familia. Inmensamente
amable y cariñoso desde el principio, acercando las distancias que yo pudiese
marcar. Agradeciéndote tu mínimo aporte con una sonrisa o una mirada sincera.
Rafa es el coordinador del
equipo. Y con él, han formado parte del cuerpo técnico Luis Requena (entrenador
del primer equipo durante casi toda la temporada), Gema Correderas, la delegada,
y Luis Rodríguez, el preparador físico. Ellos dos me han enseñado lo que era un
equipo fuera de la pista, que a veces resulta casi tan importante como lo es
dentro.
Luego llegó José María
Alcántara, el segundo entrenador que ha tenido el grupo este año. Y tras apenas
hablar con el en un par de ocasiones o tres, aprendí muchísimo más de
baloncesto de lo poco que hasta entonces sabía. Es un buen hombre José María y
creo que mejor entrenador; ojala la suerte nos acompañe pronto.
Y aún hay más. Porque en la
lista de agradecimientos que acabo de empezar faltan muchos nombres, incluso
algunos que no citaré por desconocerlos, pero que espero, me sepáis perdonar.
Así como las molestias o pequeños inconvenientes que en algún momento os haya
podido ocasiones. Mil disculpas.
Me refería antes, a los
voluntarios que siempre encontrabas a pie de pista, dispuestos a pasarte
amablemente una estadística o preparados para limpiar el parquet con una mopa
ladeada. Con sus sonrisas, con su atención, también han hecho que ésta sea para
mí una experiencia inolvidable. Tampoco me quiero olvidar de la grada. Porque
como a cualquier equipo le faltaría una chispa especial si no tuviese afición
detrás que le respaldase. Si no hubiesen estado las Amigas de las jugadoras,
nacionales y extranjeras, sus padres
(Gracias a los de Quero por saludarme en cada partido), sus primos, novios y demás familia. Los
chicos del equipo masculino, que formaban el estruendo necesario en todo
pabellón y daban vidilla al ambiente con sus comentarios. La prensa, aunque muy
escasa. Y los aficionados. Aquellos a los que el único vínculo que nos unía era
uno bien fuerte, la pasión por el deporte, la afición al baloncesto. Me
gustaría resaltar especialmente a mis padres y a mis amigas, y mis compañeros
de Historia (estudiantes de la UCO, como las jugadoras), por querer compartir
estos momentos conmigo. Y todos los lokos, amigos y personas que no
conozco, que preguntaban: << ¿Qué tal la UCO esta semana?>> o estaban dispuestos a
regalar unas palabras de aliento.
Pero un partido de baloncesto
tiene una base fundamental que son las Jugadoras. Las principales culpables de
que no me perdiese un partido y estuviese deseando que llegase la próxima
jornada en casa para volver a disfrutar viéndolas jugar. Independientemente de
cómo fuese el resultado.
Han sido pocos los momentos de
alegría deportivamente hablando este año. Y eso quizás ha hecho que se
valorasen más. Que se disfrutasen mejor, al máximo. Que fuesen en cierto modo
para siempre. Recuerdos que se han grabado en la memoria. Creo que nunca
olvidaré la sensación de dulce en la boca tras el primer partido en casa. O la alegría de una foto movida en la
celebración de la victoria sobre Majadahonda. Contraataques, que no contragolpes,
muy rápidos...Los que hacen las Jugonas. Mis UCOJUGONAS. Para bien o para mal.
Luego vino mi "perdida de
vergüenza" y mi atrevimiento al termino de los partidos. Las mujeres que
parecían hechas de otra materia en la pista, eras chavalitas como yo cuando
salían con el chándal por los pasillos. Me hacía ilusión bajar a saludarlas,
aunque no me conocieran. A decirles que apreciaba y valoraba lo que estaban
haciendo aun no siendo quizás, lo mejor. Pero para mí era mucho. Creo que toda
persona que expone su trabajo al público, por ese mero hecho, es merecedora de
todo el respeto del mundo. Es fácil dictaminar veredictos, criticar, arrojar
comentarios o analizar acciones. Ser capaz de jugar un partido de baloncesto,
equivocarte en una jugada, enmendarla en la siguiente, seguir jugando cuando
vas perdiendo de veinte, cuando no tienes ganas o no te encuentras bien, o las
circunstancias te son adversas. Eso es loable.
Así que de este modo supe que
Mariana Santos hablaba regular castellano pero es muy simpática y tiene buenas
anécdotas para contar. Lástima que se marchase tan pronto del equipo. Que a
Azahara le dicen Chingu y aún tengo que preguntarle de donde viene ese mote y
porque dejó de jugar. Me hice "amiga", si ella me lo permite, de Silví Quero.
Una persona encantadora además de una jugadora con mucha clase. Descubrí que
"LAS GUERRERAS AMARILLAS TAMBIÉN SON JUGONAS". Por si alguien lo pone en duda,
que vea jugar a Mari Carmen Ruiz, Marta García o Pitu. Niñas que perfectamente
podrían estar jugando en LF y que seguramente más temprano que tarde, algún día
lo harán; y entonces yo "orgullosa" leeré su nombre a las espaldas de una
camiseta y pensaré que una vez fueron UCOJUGONAS. Comprobé también que en
Córdoba además de Feria de Mayo tenemos colegios y algún que otro club que
cultivan el baloncesto femenino y producen perlas como Raquel Pérez y Caro
Gavilán. Que demuestran la valía andaluza a la hora de trabajar. Con el máximo
esfuerzo y la mayor voluntad. Siguiendo su ejemplo hay gente como Marta Luque y
Sara Galisteo, que gracias a su juventud tendrán tiempo de demostrar la calidad
que atesoran. También comprobé la entrega de Sara García, su simpatía y su
cercanía. Y la de Marta Ramírez, que puede llegar a ser una gran comentarista
deportiva o una alero muy completa si sus problemas físicos se lo permiten. Me
quedan por citar a las extranjeras del grupo. Tere Williams, norteamericana,
llegó a mitad de temporada con la vitola de crack, pero el tiempo no ha jugado
a su favor y no lo ha podido demostrar. No obstante, creo que ha dado una
lección de profesionalidad que muchas personas dedicadas a otro deporte o
trabajo deberían aprender. Por cierto, que aún no lo he dicho y ya va tocando:
¡Viva Polonia! (y sus jugadoras de baloncesto). Malgorzata Krusiec, para los amigos
Gosia. La bondad y el tesón personificados. Una "buena Erasmus" de la UCO y la fuerza arrolladora característica de
las Guerreras Amarillas.
Estás han sido mis jugadoras.
Las jugadoras de esta temporada de la Universidad de Córdoba. Las personitas por las que yo
me vestía y abandonaba la desidia los sábados por la tarde para ir a verlas.
Buenas personas y mejores jugadoras de baloncesto. Para nada, reflejo de la
situación en que han quedado en la tabla. A pesar de todo, muchachas, nunca os
olvidaré. Os habéis convertido en parte de la familia, casi. Me habéis devuelto
la fe en la humanidad y me habéis alentado para que siga albergando ganas de
vivir. Y en esta tesitura los resultados deportivos no importan. Me quedo con
todo lo que he podido vivir esta temporada, que ha sido genial. Y no tengo
palabras suficientes para agradecéroslo.
Regalar ilusiones es de las
cosas más bonitas que te puedan dar y vosotras lo habéis hecho sin hacer nada
demasiado especial para ello. Eso ya os convierte en grandes personas. Y si una
gran persona es deportista; es un gran deportista. Vosotras sois grandes
baloncestistas.
Llegado este punto solo puedo decir:
¡¡¡GRACIAS!!! Por todo, a todos, y especialmente a las UCOJUGONAS de la
temporada 2006-2007. Estéis donde estéis, vayáis donde vayáis y hagáis lo que
hagáis, siempre intentaré apoyaros y tendré un muy buen recuerdo vuestro. Un
besote enorme. AguR.
María Baena Castilla
Lokosxelbaloncestofemenino.com
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