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2013/12/17 ADIÓS A LA MÁS GRANDE
Hay figuras que son capaces de cambiar el rumbo de un deporte. Eso es lo que consiguió Amaya Valdemoro con el baloncesto femenino durante una carrera de 20 años a la que acaba de poner fin. Ella modificó el destino de una selección que hizo realidad lo que parecía imposible. "Somos como el ejército de Pancho Villa", solía decir del equipo nacional. No eran las mejores pero, lideradas por su espíritu irreductible, se quedaron a vivir en los podios.


Pocos deportistas ha habido tan competitivos como ella. En eso no distaría mucho de Rafa Nadal, por ejemplo. Amaya nunca fue la más alta, ni la más rápida, ni la más fuerte, pero sí una MVP de la garra y el compromiso. Sus éxitos jamás resultaron sencillos. Sólo se pueden explicar a través del esfuerzo, los gritos de desahogo y las canastas imposibles. Siempre jugó al máximo y siempre se creyó capaz de todo. La mayoría de las veces lo consiguió. Si no se lo creen, repasen su palmarés.

El baloncesto le dio todo a Amaya Valdemoro, pero ella le correspondió con creces. Le ofreció incluso su salud. Los dos últimos años fueron una tortura. Las muñecas, los gemelos, los hombros... Había días en los que le dolía todo. Incluso ahora, meses después de aquella final del Europeo que se convirtió en oro, arrastra las consecuencias de más de dos décadas al máximo nivel. No puede ponerse tacones -ni falta que le hace con su 1,82- ni hacer deporte salvo salir en bicicleta con su padre.

Y pese a todo eso, Amaya siempre querrá al baloncesto. Han sido muchas más las lágrimas de felicidad que de tristeza, ha vivido más podios que decepciones. Su relación con el balón no se ha roto, tan sólo ha cambiado. Ahora trabajará para meter canastas desde alguna oficina de la FEB y ayudar al desarrollo del baloncesto femenino sin tener que vestirse de corto. Lo hará bien. Está escrito que triunfará en lo que se proponga.

Su herencia quedará en las canchas, donde las selecciones españolas de todas las categorías son vigentes campeonas continentales. Hay relevo para Amaya. Ahí están Alba Torrens, Ángela Salvadores, Leticia Romero y otras muchas. Ojalá lleguen a ser tan buenas como ella, superen su palmarés e incluso batan su récord de 258 partidos internacionales. Sin embargo, difícilmente, llegarán a ser tan grandes. Tendrían que convertirse en leyendas.

Nacho Duque
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