La directiva del Cortegada ha encontrado en la plantilla un alto grado de comprensión que alivia, en parte, los efectos de la renuncia a la fase de ascenso. El vestuario está triste porque no pueden estar donde se merecen, pero al mismo tiempo las jugadoras son muy conscientes de la realidad y dicen entender a los dirigentes.

La capitana, Montse Gilabert, que ayer recibió muchos mensajes de ánimo, transmite el sentir de la plantilla: "Estamos tristes por lo mucho que hemos trabajado y porque había mucha ilusión en el grupo, sobre todo en las más jóvenes, de poder jugar la fase de ascenso, pero nos ponemos en la piel de la directiva y creemos que hipotecar más el club no tiene sentido".
Y es que el sentir de las jugadoras y cuerpo técnico coincide con el de los dirigentes en el sentido de que la prioridad debe ser cumplir con lo que se debe y no buscar dinero para estar "en una fase en la que, además, aunque lográsemos el ascenso el club tendría que renunciar a él". Gilabert, que está acabando su séptima temporada en el Cortegada, reitera que "prefiero que se pague la deuda que ir a un hotel y disfrutar de una fase", aunque insiste en que era algo que "a este grupo le hacía mucha ilusión".

Y precisamente lo que más preocupa ahora en el vestuario es poder cobrar todo lo que les debe el club. La directiva se ha comprometido a ello, aunque sin plazos "y yo confío en lo que nos dicen. Ellos también lo están pasando muy mal", aunque reconoce que "hay mucha preocupación en el equipo".

¿despedida?
La realidad del Cortegada hace pensar en un futuro mucho más modesto y por ello es lógico imaginarse que el de hoy puede ser el último partido en Fontecarmoa de jugadoras como Montse e Ylenia, dos emblemas del club. La capitana reconoce estar "triste porque puede ser mi despedida, pero no voy a hacer nada especial, no me gustan las despedidas y tampoco pienso en ello. Lo que quiero es disfrutar estos dos partidos que quedan".