El encuentro 'after hour', el baloncesto a deshora, el partido de basket que se celebró más tarde (o más pronto, según se mire) en España. Arrancó a las 00:30 horas por la huelga general. Terminó pasadas las dos de la madrugada. El equipo madrileño se impuso al Uni Györ (84-65) para lograr su segunda victoria en la Euroliga Femenina. También triunfó ante el sueño y muchas cosas más.
Las chicas de Miguel Méndez no temían al equipo húngaro. Sentían miedo de sí mismas, de la respuesta en un encuentro ciertamente atípico. La sesión de tiro la hicieron en un colegio porque el Cerro del Telégrafo estuvo cerrado hasta la noche por el paro. Comieron y merendaron en horas no habituales. Pudieron ir a darse una vuelta durante la tarde porque la espera se hizo larga y tediosa. El club les había dejado libertad para decidir a sus jugadoras si ceneban algo o no, aunque era aconsejable ingerir algo, por ejemplo un plato de pasta. Estaban citadas en el Cerro a las 22.30 h, la hora en la que suelen estar duchadas después de sus partidos europeos. Todo resultó muy extraño.
El café corría en las entrañas del Cerro a falta de una hora para el inicio del partido. Era para los árbitros y los delegados de la FIBA. Algunos empleados del club y voluntarios habían puesto en marcha la instalación municipal. Sin ellos, el partido no hubiese existido. A las doce, concluida la huelga, el pabellón recobró la normalidad para poder albergar un partido sólo singular en sus preparativos.
Porque el Rivas, líder de la Liga Femenina, jugó un buen partido. Compitió. No se mostró perezosa para dominar a su rival en un gran primer cuarto (24-8). El Uni Györ, clase media de la Euroliga, despertó en el segundo parcial hasta que cinco puntos consecutivos de Anna Cruz dejaron al Rivas con una cómoda ventaja (41-32). "La verdad es que ha sido muy raro, pero los aficionados han hecho que nos sintiéramos como en un partido más", decía la alero internacional. En la segunda parte, el equipo de Méndez consolidó su ventaja hasta lograr la victoria. Mejor tarde que nunca.
El Cerro del Telégrafo respondió. El club, con buen criterio, decidió abrir las puertas. Alrededor de 250 aficionados acudieron al partido a pocas horas de incorporarse a sus trabajos. Faltaron niños. Las canastas en la madrugada no son para ellos.
Jesús Sánchez
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