Javier Quiñonero, segundo entrenador del Palacio de Congresos, se hizo cargo del equipo en el partido del pasado sábado frente a Hondarribia debido a que Miguel Ángel Ortega había estado toda la semana fuera por el fallecimiento de su padre. Desde sus comentarios coherentes y tranquilos y desde la sabiduría de reconocer sus funciones, analizar la actualidad de su club y del básquet ibicenco, del que opina que goza de una salud
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¿Cómo se decidió que dirigiera al equipo el pasado sábado?—Era un tema de coherencia. Miguel Ángel Ortega se fue el martes al entierro de su padre cuando teníamos programada la primera sesión. Yo había trabajado toda la semana y visto los vídeos de Hondarribia con sus puntos débiles y fuertes. Era lo normal. El viernes cuando llegó me dijo que lo llevara.
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¿Qué sintió cuando se lo comentó?—Nada especial. Era algo lógico porque ya lo preveía.
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No me negará que dirigir al equipo, aunque fuera en estas circunstancias, es agradable...—Sí, lo es, pero tampoco más. Cuando coges el cargo de segundo entrenador sabes que en algún momento pueden prescindir del primero y tienes que estar preparado para llevarlo y todo lo que pueda pasar. Así afronto cada partido. Va implícito al cargo.

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¿Cómo ha vivido la temporada?—Cuando escribió usted ayer [por el domingo] la crónica del júbilo del equipo, que no entendía, piense que la plantilla actual no tiene nada que ver con la de septiembre; somos un equipo que está entrenando sin cobrar desde diciembre; la satisfacción que te da el ganar tampoco la tienes porque hemos ganado cuatro partidos en todo el año. Cuando se da la circunstancia de que al menos ganas es normal de que haya esta explosión de júbilo. Tampoco tienes el reconocimiento social de la victoria.
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Tener que motivar a las jugadoras en esta situación no debe ser plato de buen gusto...—Se hace complicado. Cuando ves las plantillas que van arriba todo es muy bonito, pero nunca reparas en los equipos que están abajo, no cobran y siguen entrenando a diario. Eso merece un reconocimiento y no se le da por ninguna parte. Nuestra plantilla es de una honradez y una profesionalidad enorme. Pocos partidos esta temporada no hemos rendido al cien por cien.
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¿A principio de temporada pensaba que esta sería tan dura como ha sido?—Sí. Cuando la directiva se reunió con nosotros en el mes de julio y nos dijo la situación que había nos faltaba por fichar a las jugadoras que diesen el toque de calidad y no llegaron. Éramos conscientes de la plantilla que había y que para mantener la categoría teníamos que rendir siempre al cien por cien de nuestras posibilidades y luego que hubiera equipos que no pudieran rendir por equis motivos, como Obenasa. Aparte, se nos fueron Pirsic, Scanlon y Dennett y las jugadoras que llegaron no es que sean peores de las que se fueron pero llegaron en diciembre y necesitas un periodo para hacer un equipo. Han sido muchos handicaps para jugar una Liga tan exigente.
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Miguel Ángel Ortega ha comentado en alguna ocasión que se le había pasado por la cabeza arrojar la toalla. ¿A usted se le ha pasado alguna vez?—No, pero mi situación es diferente a la de Miguel, que es un profesional del baloncesto, que se desplaza de su tierra aquí para entrenar y aparte de sus emolumentos económicos debe tener unas condiciones deportivas mínimas. Mi situación es diferente. La directiva se reunió conmigo en verano y me dijo que tal y como estaban las circunstancias no sabían si podrían hacer frente a mi ficha. Yo tengo mis negocios y por suerte no necesito del baloncesto para vivir. Y si puedo tener baloncesto de élite en mi casa y para ello tengo que renunciar a mis emolumentos les dije que no iba a ser una carga económica. He trabajado por amor al arte para darles la ayuda que necesitaban. Para mí el baloncesto sigue siendo un hobby.
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¿Si se diera la circunstancia de que el club le propusiera ser el entrenador del equipo en Liga Femenina 2 aceptaría?—Primero no se ha dado esta circunstancia y segundo que fichamos de año para año. Entendería que encontrasen un segundo o un primero mejor y lo quieran fichar. En tercer lugar, no sabemos dónde vamos a estar. Si se diera el caso, no lo sé. Igual entreno gratis en Liga Femenina como entreno niños de seis años en Sa Bodega. Quiero decir con esto que el baloncesto me apasiona. Mi familia pierde muchas horas suyas para que yo pueda hacer mi hobby y me siento en deuda con ellos. Tengo una forma de ser que me implico mucho y no sé estar a medias tintas. Estar a un nivel como Liga Femenina 2 exige muchas horas de trabajo que van en detrimento de las horas que dedicas a tu familia.
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¿Qué futuro le augura al PDV?—No lo sé, no he reflexionado al respecto. Quiero pensar que solo es un paso atrás.
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¿Cómo vería la hipotética fusión con el Tanit?—Te doy mi opinión personal sin conocimiento de causa. Pienso que tanto un club como otro tienen deudas. Si salen en Liga Femenina 2 necesitarán tener una plantilla austera y esto quiere decir aunar a las jugadoras que residen en Eivissa para hacer un equipo competitivo, pero solo habría capacidad para un plantel, no para dos. Si uno de los dos equipos no puede conseguir eso y debe recurrir a jugadoras de fuera engordarían el déficit.
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Se habla mucho de que en los clubes de élite hacen falta jugadoras ibicencas ¿Qué piensa al respecto?—A estos niveles no puedes jugar solamente con jugadoras ibicencas. Bajo mi punto de vista, a estos niveles de exigencia máximos sí que tiene que haber un trabajo de cantera, que no quiere decir que trabajes con los colegios del municipio, sino que vayas a los Europeos o a los campeonatos africanos y esas niñas que empiezan a despuntar ofrecerles una salida durante seis o siete años en Eivissa, empezarlas a formar en cadetes y luego darles el salto. Pero es algo utópico e ilógico. Es como si el Madrid o el Barcelona tuvieran que jugar únicamente con jugadores de sus ciudades. Pienso que por el volumen de licencias que movemos aquí el nivel no es tan malo. Aparte, un niño o una niña que sobresale necesita de un equipo para poder jugar, no es como un deporte individual.
—En ese sentido, ¿cómo ve la salud del básquet ibicenco?—Veo el básquet enquistado a nivel insular. Antes había equipos que salían a competir en los autonómicos y ganaban. Ahora es raro que un club de aquí vaya al provincial y no quede último. Algo mal estamos haciendo. La culpa es nuestra y no es un factor puntual. Es una situación genérica del baloncesto de aquí. Por ejemplo, Menorca tiene más tradición de básquet pero con la misma población y están muy por encima que nosotros. Habría que replantearse la situación, pero no desde un punto egoísta de clubes. Deberíamos sentarnos todos y decidir trabajar por este deporte
Gustavo L. Sirvent // foto: S. Candela