La competición no concede ni una mínima tregua para llorar las
derrotas, por muy abultadas que sean. Es necesario enterrar las heridas y
seguir luchando porque el calendario aprieta y la lucha por la
salvación no concede tiempo para las lamentaciones. Tanto el Iveco, que
perdió en Gernika por 37-0, como el Celta femenino, que cayó por 92-52
en Girona, tratan de hacer borrón y cuenta nueva para que estos dos
nefastos partidos no les pasen factura.
Lo que no te mata, te hace más fuerte. La premura de la competición no
permite a los equipos a pararse a lamerse las heridas, por muy doloroso
que sea el tropiezo. Es el caso del Iveco de rugby, que cayó por un
abultado e inesperado 37-0 en su visita al Gernika, y también el del
Celta femenino de baloncesto, que encajó una paliza de cuarenta puntos
de diferencia en la cancha del Girona (92-52).
En ambos casos, tanto
David Monreal, técnico del Iveco, como Carlos Colinas, entrenador del
Celta de baloncesto, tratan de que sus equipos olviden cuanto antes lo
sucedido para que estas decepciones no influyan demasiado en los
próximos encuentros. "La derrota fue dolorosa porque fue el peor partido
que hemos jugado esta temporada. Todos los equipos tienen un partido
tonto en el que no les sale nada y el de ayer -por el domingo- fue el
nuestro", dice Monreal.
El mensaje de Carlos Colinas es similar. "No
es fácil asumir un resultado así. La experiencia nos dice que las
derrotas tan abultadas duelen mucho, pero hay que hacer la lectura que
hay que hacer. Lo que no puedes es dedicar mucho tiempo a pensar en la
paliza que te acaban de dar. Hay que pensar que la liga continúa. Perder
de 40 no le gusta a nadie, pero hay que tener en cuenta de que se
dieron unas circunstancias muy especiales", analiza.
Lejos de buscar
excusas, ambos técnicos son conscientes de que ambos marcadores no hacen
del todo justicia a lo que se pudo ver en el campo. En el caso del
Iveco, Monreal asegura que el barro del campo del Gernika era
impracticable. "Era un barro fangoso y los jugadores no se podían ni
mover. El Gernika está acostumbrado a ese campo y nosotros no nos
supimos adaptar al terreno de juego", explica. En su lectura, Monreal
reconoce que "esperaba que un partido poco más igualado, pero la segunda
parte estuvo condicionada por la expulsión de Gonzalo y no supimos
reaccionar", reconoce.
En el caso de Colinas, a las lesiones en el
tercer periodo de Marina Delgado, Dantas y Kooij se unió la motivación
del Girona, que luchaba por una plaza para la Copa de la Reina. "Tenían
que ganar por la mayor diferencia posible y salieron desde el inicio a
jugar y a ganar con una gran ambición", reconoce. "Nosotros no ayudamos
nada con el inicio de partido, sin la tensión necesaria y sin el nivel
adecuado, con lo que el partido, al descanso estaba en unos 20 puntos de
diferencia ya". Un lastre imposible de superar. "Remontar un partido
con esta desventaja es muy difícil. Intentamos rehacernos en la segunda
parte, pero las lesiones de Damiris, Kooij (ambas pendientes de
evolución) y Marina Delgado (leve) fueron decisivas".
Pero no hay
tiempo de lamerse las heridas. "La peor parte fue el viaje de regreso,
pero no puedes dedicar mucho tiempo a lamentarte por una derrota ante la
que ya nada puedes hacer", dice Colinas. Monreal coincide: "Lamentarse
ya no sirve de mucho".
M. González farodevigo.es
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