Conviene en ocasiones una mudanza que despeje la mente, un elemento
externo que agita lo interior y varíe el rumbo. El Celta recibe mañana
en Navia al Sóller. En esa pequeña cancha se siente más arropado
ambientalmente que en el Central, que tiene como ventaja ser el
escenario habitual de sus entrenamientos. El club estudiará precisamente
en breve si solicita al Concello disputar en Navia todos los partidos
marcados como claves para la permanencia.
El Celta se refugia en Navia. Busca el calor que las inmensas entrañas
del Central le niegan. Todo cuenta en la lucha por la salvación. Las
celestes reciben mañana al Sóller, tercer clasificado. No se descarta la
sorpresa. Y es además una forma de calibrar la influencia del factor
ambiental. Directiva y cuerpo técnico decidirán en breve si solicitan al
Concello la mudanza a su hogar alternativo en los partidos que
decidirán su suerte entre finales de enero y febrero.
El equipo
céltico solo ha catado Navia esta temporada en el cierre de 2011, ante
el Ros. Fue entonces debido a la presentación de las categorías
inferiores. Ninguna estructura arquitectónica podía evitar la derrota
ante el todopoderoso rival valenciano. El dilema ahora atañe a lo
deportivo. El Central es la eterna cancha del Celta. La mejor
instalación viguesa. Pero los 500 espectadores de entrada media se
quedan escasos. Son partidos de aire gélido. En Navia, el griterío
reverbera. Árbitros y rivales sienten más la presión.
"Todo lo que
sea ese sexto jugador ayuda", indica el entrenador celeste, Carlos
Colinas, sobre la mayor calidez de Navia. "El equipo agradece esa
sensación de mayor cercanía de su gente. El encuentro contra el Ros no
tuvo historia. Sin embargo, cuando hacíamos dos o tres cosas bien,
sentíamos mejor esa percepción de la grada". Colinas revela que en el
club debatirán en breve sobre la posibilidad de solicitar el traslado a
Navia en aquellos partidos que el planteamiento teórico distingue como
cruciales en la batalla por la permanencia. "Lo estamos viendo",
confirma el presidente del Bosco Celta, Paco Araújo.
No solo depende
del Concello, poco amigo de vaciar de contenido la actividad del
Central. Existen otros argumentos que contraponer en la balanza. La
plantilla céltica trabaja cada día en doble sesión. Y el pabellón de
Navia solo está abierto por las tardes. Pedagógicamente no conviene a
las jugadoras variar constantemente de escenario. De hecho, "lo ideal es
entrenar donde vas a jugar", señala Colinas. Aunque las medidas de la
cancha se ajusten al reglamento, siempre existen matices: las
referencias visuales, la personalidad del parqué, las ligeras
variaciones de los aros...
Y tampoco ningún pabellón posee efectos
milagrosos. El juego se dirime en el pulso de las jugadoras. El
vestuario mantiene la salud mental pese a sus registros de 2-9. Se
mantiene la consistencia: "Estamos bien o aceptables en el balance de
pérdidas y recuperaciones, en la faceta defensiva, en el rebote",
enumera Colinas, antes de diagnosticar la enfermedad principal: "No
metemos un tiro. Yo le digo a las jugadoras que no es cuestión de poner a
las pívots a jugar de bases ni al revés. Los sistemas salen. Pero nos
falta acierto. Fallamos bandejas fáciles, lanzamientos librados, cosas
que uno no puede permitirse errar en la Liga Femenina. En el último
partido fuera de casa dejamos al Cadi La Seu en 55 puntos. Está bien.
Pero no puedes plantearte ganar si tu porcentaje de acierto en triples
es del 15 por ciento (el Celta anotó 50 puntos). Los rivales nos
estudian y cada vez se cierran más".
Sueñan las célticas con ese día
en que el aro, que se les antoja un ojo de aguja, se convierta en un
inmenso cráter. Mañana, con la noticia de la posible reaparición de Anna
Gómez como impulso, es la ocasión de probarlo. Navia aguarda.
Armando Álvarez farodevigo.es |