Pocas jugadoras de baloncesto pueden presumir de llamar tanto la
atención de los grandes medios de comunicación. Pese a los enormes
esfuerzos por potenciar el deporte femenino, es poco el espacio que
éste tiene en los diarios, las radios o la televisión.
Sólo la irrupción meteórica de un fenómeno como
Candace Parker o los títulos cosechados por
Diana Taurasi han tenido el calado suficiente como para competir las noticias que se generan alrededor de
Becky Hammon.
Nacida en Dakota del sur, esta pequeña base de 1,68 y 32 años siempre
ha vivido bajo la mirada de la prensa. Su rápido impacto en la liga y
una imagen que irradia magnetismo, la convirtieron en un icono de la
pujante WNBA. La cámara parece vivir un romance con ella y quizá por
ello los dirigentes de la liga norteamericana no dudaron en elegirla
como rostro de la WNBA en busca de una mayor promoción.
Sin embargo Becky Hammon, siempre centrada en dar lo mejor de sí sobre
la pista, no cesó en su empeño por ser la mejor jugadora de la liga.
"Se
que se dicen muchas cosas sobre mí, pero no presto mucha atención a lo
que la gente pueda pensar o decir de mí fuera de la pista. Lo único que
me importa es conseguir ganarme el respeto dentro de la pista de
baloncesto", asegura una Hammon que huyó de New York Liberty para refugiarse en San Antonio Sparks, el equipo que obró la metamorfosis.
En los tres últimos años, el juego de la base creció exponencialmente a
su popularidad. Su velocidad y excelente muñeca han encontrado con la
madurez deportiva que otorga la edad el perfecto equilibrio,
convirtiéndola en una gran directora de juego, capaz de generarse sus
propios tiros como pocas y, sobre todo, en una terrible
clutch player. Una jugadora que se crece en los momentos de la verdad y gana partidos.
A priori estos son argumentos más que suficientes para que Hammon
centre la atención del buen aficionado al baloncesto, pero claro una
celebridad también que lucha contra elementos que se escapan al
control. Elementos como la prensa.
Una polémica nacionalización

El pasado verano de 2008 será difícil de olvidar para Becky Hammon. La
alegría de su bronce olímpico quedó en nada después de ver la polémica
que suscitó su nacionalización rusa. El sueño de la niña de Dakota del
Sur era jugar unos Juegos Olímpicos y, con 31 años, Pekín era
presumiblemente su última oportunidad, por eso fue tan doloroso el
descarte por
Ann Donovan para el equipo olímpico estadounidense. Hammon no podía dejar escapara esta oportunidad.
Meses antes, desde Rusia surgió la opción de encontrar una nueva vía
para ser olímpica. El equipo nacional siempre ha carecido de grandes
bases y Hammon era un excelente fichaje. Además, con la nacionalidad
europea, a la base se le abrían un sinfín de oportunidades deportivas y
económicas.
La nacionalización como siempre en estos casos fue exprés y vía decreto
gubernamental, así que mientras ella disfrutaba de su sueño, en Estados
Unidos se orquestó una campaña en su contra. Es evidente que el país
más patriótico del mundo no iba a dejar pasar la oportunidad de
criticar el hecho de que una de las suyas compitiera con el enemigo
histórico y gran potencia del baloncesto femenino.
"Si juegas en EE.UU, vives en este país y has crecido en su mismo
corazón, no creo que sea patriótico ponerte el uniforme ruso. Esto es
un negocio para ella. Estoy muy decepcionada", llegó a afirmar
Donovan. Lógicamente, aquella polémica afectó a una jugadora que sólo
había tomado una decisión deportiva y que no entendía de cuestiones
políticas.
"No vendo secretos a los rusos y esto no es un juego de
espías. Simplemente es baloncesto. No estamos en guerra con Rusia, la
guerra fría terminó hace mucho tiempo" señaló Hammon.
Al final, y como suele ser lo habitual en sus casos, el tiempo curó las
heridas y de todo aquello quedan dos cosas: una medalla en la casa de
Becky Hammon y su nacionalidad rusa.
Una nueva situación que, unida a la desaparición del CSKA Moscú, le
permite ahora encarar una nueva etapa en la Liga Femenina. El mítico
equipo no pudo superar este verano la crisis económica y desapareció
dejando a todas sus estrellas en el paro. Claro, esta situación no ha
durado mucho y los grandes de Europa pescaron en las aguas revueltas
moscovitas.
Un fichaje inesperado, una incorporación genial
Katie Douglas (Galatasaray),
Ilona Korstin (Spartak Moscú),
Ann Wauters (UMMC Ekaterinburgo) y
Janel McCarville
(Spartak Moscú) encontraron acomodo por lo que sólo restaba saber el
destino de Becky Hammon... hasta que apareció el Ciudad Ros Casares.
Isma Cantó, técnico del conjunto valenciano, reconoce que
"la
posibilidad de su fichaje surge en el momento en que la lesión de Amaya
Valdemoro se alarga. Se plantea al club esta posibilidad aunque también
se podía esperar a su recuperación. El problema surgía si la lesión se
alargaba dos o tres semanas más y entonces no se pudiera ficharla. Se
sopesó si se podía dejar escapar estar oportunidad y al final se
decidió ficharla".
Así pues, el Ciudad Ros Casares ha aprovechado su condición de
comunitaria para realizar un gran esfuerzo económico y apostar fuerte
por una de las jugadoras más desequilibrantes del momento.
Un fichaje extraordinario que guarda dentro una sorpresa.
"Ella
juega de base aunque principalmente ha venido a ocupar la posición de
escolta ampliando nuestra rotación. Es una jugadora que tiene un gran
tiro de fuera y que está habituada a tomar decisiones. En la WNBA con
su equipo, San Antonio Sparks, es una jugadora muy importante, capaz de
alcanzar la final en la temporada pasada y, sobre todo, siendo una
jugadora determinante en los momentos finales", descubre Cantó.
Una carta de presentación inmejorable más si tenemos en cuenta que
"es
un fichaje de sustitución temporal y su continuidad puede estar
condicionada por muchos factores como su rendimiento, la capacidad de
adaptación...", afirma un técnico que deja la puerta abierta a su continuidad después de diciembre.
"Al
final el club será quien decida. En principio es un fichaje temporal
aunque se deberá estudiar la necesidad existente justo cuando se
alcance la segunda parte de la temporada y lleguen partidos importantes
como la Copa de la Reina y los Playoffs de la Euroliga".
De momento, se confía que desde la posición de escolta la adaptación al
equipo sea fácil, algo que el propio Isma Cantó destaca.
"En
principio es una jugadora más que eso no es fácil en un equipo como el
nuestro. Aquí hay de la temporada pasada ocho o nueve jugadoras que
dieron un gran nivel y los fichajes realizados se han adaptado muy bien". A partir de ahí el entrenador del Ciudad Ros Casares reconoce que Becky Hammon,
"es
una jugadora importante que por su rol se busca que sea muy dinámica,
agresiva en el uno contra uno y que esté acertada en el tiro. También
nos gusta su agresividad defensiva; al tener tres bases podemos ser
todavía más agresivas en la presión", aunque Isma Cantó reconoce que
"sobre todo esperamos de ella su agresividad en el uno contra uno".
Agresividad y capacidad de decidir un encuentro. Y es que si por algo
destaca Hammon es por se una jugadora que se crece en los momentos de
la verdad, una virtud elogiada por su nuevo técnico.
"Es
cierto que estas jugadoras son importantes cuando juegas sobre todo con
equipos rusos porque en los minutos finales la toma de decisiones es
fundamental. En ese aspecto es una jugadora muy importante,
acostumbrada a tomar decisiones y hacerlo bien. Su fichaje completa a
un equipo donde muchas jugadoras están acostumbradas a tomar decisiones".
No cabe duda que la nueva base del Ciudad Ros casares llega a un gran
club repleto de grandes estrellas, pero pocas jugadoras como Hammon son
capaces de levantar tanta expectación mediática e ilusión entre la
afición. De igual modo, también son pocas las jugadoras que tienen la
chispa y magia de Becky Hammon; todo un regalo de navidad anticipado.