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2009/10/23 ESTUDIANTES APRENDE A PERDER. Por Álvaro Llorente
ImageImageTroya, más de un milenio antes de Cristo. Sus murallas contuvieron una de las batallas más conocidas de la Historia universal, llena de momentos y personajes míticos gracias a los cantos, a las epopeyas homéricas que han llegado hasta nuestros días. Como epopeyas tuve oportunidad de presenciar, por partida doble, en el partido del miércoles.

La primera fue durante el primer cuarto, que acabó con 21-19 para los locales. Entretanto, muchas cosas sucedieron. Durante el primer periodo en Magariños hubo una alta concentración de coches en la A2, más en concreto desde el aeropuerto de Barajas hasta Avenida de América.


En el asfalto, las defensas prevalecían sobre los ataques merced a una riqueza de sistemas extraordinaria. Los había que marcaban bien por detrás, anticipándose hábilmente a los movimientos del oponente para, con manos ágiles, robarle la entrada al carril cuando el ingenuo atacante ya había dado el intermitente. Otros preferían la zona y directamente cerraban huecos a todo el que intentaba colarse. Así no había forma de hacer una puerta atrás, de ganar la espalda para anotarse dos segundos de ventaja al llegar al destino. Penetrar por los flancos era harto complicado, por lo que me fue preciso solicitar un tiempo muerto para reflexionar conmigo mismo.


Mientras un par de compañeras me aguardaban en el 127 de la calle Serrano, un servidor andaba perdiendo tiempo y gasoil en una carrera imposible por llegar lo antes posible. Tras darle vueltas durante cinco segundos, debatiendo entre si convenía esperar a que el atasco finalizara o tomar una vía alternativa, preferí ser proactivo, algo que los jefes siempre te sugierens que seas cuando te niegan una subida de sueldo, para tomar la primera salida a la vista, dejar atrás a mis defensores y alcanzar la calle Canillas, de ahí a Cartagena y luego salir al intercambiador de Avenida de América. De ahí a Serrano fue todo uno. Ya se oía la bocina del final del primer cuarto mientras ansiosamente buscaba un billete de cinco euros para abonar religiosamente mi entrada. A propósito, y sólo para los rectores de Estudiantes, a quien corresponda: ¿no hay otro lugar más incómodo y enrejado para una taquilla? Sí, uno es consciente de la antigüedad de las instalaciones, pero es que ni en eso ganamos a Perfumerías Avenida, en cuyo pabellón no es que existan las taquillas más distinguidas de la Liga femenina. 

Y en éstas "empezó" el partido. En el arranque del segundo cuarto probó Estudiantes con una zona 2-3 que sembró el desconcierto en las filas catalanas. La fría temperatura de los exteriores parecía penetrar en el recinto colegial para bloquear las ideas en ataque de ambos conjuntos. Buscando un símil fílmico podríamos decir que por entonces la desaparición del orden era todo un hecho comparable a la famosa escena del camarote en la película "Una noche en la ópera", de los hermanos Marx. Eso hasta que, inopinadamente, seis puntos seguidos de Lovelace y cuatro de Bokesa ponían el 38-29 a dos minutos del descanso. Máxima ventaja estudiantil, de lo visto, y necesario tiempo muerto el solicitado entonces por Lucas Mondelo. A la postre éste resultó efectivo porque al descanso se llegó con un  40-35 que había roto el previsible despegue local y dejaba el partido abierto para la segunda parte. 

Un detalle tras la salida de vestuarios, insignificante quizá, ponía un lunar negro en el debe de Mondelo, si bien quedó luego rápidamente subsanado. Con Denti fuera del partido, Malskowski cometía su cuarta personal y limitaba la presencia de centímetros en el juego interior visitante. Brevemente después cometió Jovanovic su tercera falta y, sin que desde el banquillo se reaccionara, llegó la cuarta con celeridad y una situación complicada para Olesa, que veía cómo sólo Jael Freixanet e Iva Perovanovic eran opciones descargadas de personales para poder contener la destreza interior de Zurro, Lovelace y Herrera. No obstante, de la debilidad procuró el técnico visitante conseguir una fortaleza, y hemos aquí la segunda epopeya de la tarde. Con menos efectivos interiores, Olesa apostó por la rapidez en los movimientos ofensivos, por las penetraciones para doblar balones a las compañeras desmarcadas, por el pase extra llevado hasta las últimas circunstancias, por la solidaridad colectiva en defensa. Estas circunstancias se combinaron con las fisuras en el bloque formado por las chicas de Lombardía. Me temo, y no deja de ser opinión, que los fantasmas de las dos primeras derrotas aparecieron por las mentes estudiantiles y obturaron las salidas oportunas para recuperar el control del partido. Pero es que ese control ya había llegado a las manos de Silvia Morales, convertida por entonces en la dominadora del choque y dejando por doquier destellos de un talento bárbaro para jugar a este deporte. Un triple suyo permitió a Olesa alcanzar su primera ventaja dentro de los momentos importantes del duelo (48-49, min. 27). Las reacciones desde el banquillo local se planteaban en pista, pero ninguno de los quintetos ofrecía por entonces la ansiada solución. Ni siquiera los triples consecutivos de Liljestrand y Lovelace, que determinaban el 54-53 final del tercer cuarto, consiguieron esconder los problemas que ya habían sido inoculados en el cuadro estudiantil. Llevado a términos taurinos, la estocada que había recibido Estudiantes era de las mortales, sólo que su vitalidad llegaría a la decrepitud lentamente, quizá demasiado para la casta del morlaco. 


En el último periodo existieron dos mitades. La primera tuvo a Silvia Morales fuera de pista y acabó con 64-62 a favor de Estudiantes. La segunda, sin embargo, fue bastante más fructífera para las españolistas. Mondelo realizó un gran trabajo en el apartado táctico, dotando a las suyas de consistencia defensiva, con caja más uno incluida. Los cambios del técnico visitante encontraban un sentido, seguían un esquema tan lógico como difícil de interpretar. Pero era interpretado. Cada peón cumplía perfectamente su misión hasta llegar a revertir las situaciones más desfavorables. Si Olesa se quedaba sin mujeres altas, eso ayudaba incluso a la hora de doblegar a su oponente en la batalla por el rebote. Parece difícil creer que Estudiantes pudiera perder esa pugna teniendo en sus filas a jugadoras expertas en esas lides y enfrentándose a rivales inferiores en tamaño y lastradas por las faltas personales. Pero incluso esa faceta del juego resultaba insignificante con Silvia Morales. De su mano, de su dirección, un 2-8 de parcial dejaba el encuentro finiquitado y Estudiantes no sólo se veía frustrado por su propia incapacidad para darle la vuelta al marcador, sino que acrecentaba su impotencia con una actuación arbitral final ciertamente controvertida que halló dos discutibles personales en ataque que hicieron que el Estu perdiera la oportunidad de aferrarse a la heroica para llegar a la victoria. 



Estudiantes sumó así su tercera derrota consecutiva y habrá de cambiar algo para que esto no se convierta en cotidiano, aunque cada derrota de las tenidas hasta ahora se haya producido de una forma distinta de las anteriores. Lombardía habrá de encontrar el equilibrio necesario entre su juego interior y su perímetro, equilibrar las prestaciones ofensivas para permitir que las defensas rivales se abran y no se dediquen, con el éxito casi asegurado, a cerrar la pintura para evitar tiros cómodos y fortalecer el rebote defensivo. Quizá en lugar de rotar a todas las jugadores habría que conformar un bloque sólido, competitivo, con muchos minutos en pista y que cuente con apenas siete u ocho jugadoras a fin de establecer una rápida consolidación y coordinación que otorgue cierta fiabilidad para enfrentarse no salir escaldado en los venideros compromisos, entre los cuales sería imperativo obtener alguna victoria que anime tanto el juego como el ánimo. 



Olesa queda por el contrario con un balance de 2-1. Con mucho menos equipo que el año pasado, a buen seguro que seguirá dando guerra hasta bien avanzada la temporada, cuando quizá su falta de profundidad de banquillo deje un equipo más vulnerable. Para entonces a buen seguro que habrán logrado el premio de jugar la Copa de la Reina en caso de haber conseguido tapar su talón de Aquiles particular. Y es que no hay nadie invencible. 



ESTUDIANTES 67: Herrera (6), Hairston (6), Leemans (2), Ygueravide (7), Zurro (7) -quinteto inicial-, Liljestrand (5), Bokesa (9), González (2), Castrejón (3), Lovelace (20). 

OLESA-ESPANYOL 73: Morales (17), Denti, Freixanet, Thorburn (9), Jovanovic (4) -cinco inicial- Maslowski (15), Kresovic (18), Boada (3), Perovanovic (7). 

Árbitros: González Zumajo y Albacete Chamón. Sin eliminadas. 

Partido correspondiente a la 3ª jornada de la Liga femenina. Unos 250 aficionados en las gradas del Antonio Magariños, entre los cuales varias jugadoras de Canoe y de Rivas Ecópolis.


ÁLVARO LLORENTE

LOKOS X EL BALONCESTO FEMENINO (MADRID)

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