  Troya, más de un milenio antes
de Cristo. Sus murallas contuvieron una de las batallas más conocidas
de la Historia universal, llena de momentos y personajes míticos gracias
a los cantos, a las epopeyas homéricas que han llegado hasta nuestros
días. Como epopeyas tuve oportunidad de presenciar, por partida doble,
en el partido del miércoles. La primera fue durante el primer
cuarto, que acabó con 21-19 para los locales. Entretanto, muchas cosas
sucedieron. Durante el primer periodo en Magariños hubo una alta concentración
de coches en la A2, más en concreto desde el aeropuerto de Barajas
hasta Avenida de América.
En el asfalto, las defensas prevalecían
sobre los ataques merced a una riqueza de sistemas extraordinaria. Los
había que marcaban bien por detrás, anticipándose hábilmente a los
movimientos del oponente para, con manos ágiles, robarle la entrada
al carril cuando el ingenuo atacante ya había dado el intermitente.
Otros preferían la zona y directamente cerraban huecos a todo el que
intentaba colarse. Así no había forma de hacer una puerta atrás,
de ganar la espalda para anotarse dos segundos de ventaja al llegar
al destino. Penetrar por los flancos era harto complicado, por lo que
me fue preciso solicitar un tiempo muerto para reflexionar conmigo mismo.
Mientras un par de compañeras me aguardaban en el 127 de la calle Serrano,
un servidor andaba perdiendo tiempo y gasoil en una carrera imposible
por llegar lo antes posible. Tras darle vueltas durante cinco segundos,
debatiendo entre si convenía esperar a que el atasco finalizara o tomar
una vía alternativa, preferí ser proactivo, algo que los jefes siempre
te sugierens que seas cuando te niegan una subida de sueldo, para tomar
la primera salida a la vista, dejar atrás a mis defensores y alcanzar
la calle Canillas, de ahí a Cartagena y luego salir al intercambiador
de Avenida de América. De ahí a Serrano fue todo uno. Ya se oía la
bocina del final del primer cuarto mientras ansiosamente buscaba un
billete de cinco euros para abonar religiosamente mi entrada. A propósito,
y sólo para los rectores de Estudiantes, a quien corresponda: ¿no
hay otro lugar más incómodo y enrejado para una taquilla? Sí, uno
es consciente de la antigüedad de las instalaciones, pero es que ni
en eso ganamos a Perfumerías Avenida, en cuyo pabellón no es que existan
las taquillas más distinguidas de la Liga femenina.
Y en éstas "empezó"
el partido. En el arranque del segundo cuarto probó Estudiantes con
una zona 2-3 que sembró el desconcierto en las filas catalanas. La
fría temperatura de los exteriores parecía penetrar en el recinto
colegial para bloquear las ideas en ataque de ambos conjuntos. Buscando
un símil fílmico podríamos decir que por entonces la desaparición
del orden era todo un hecho comparable a la famosa escena del camarote
en la película "Una noche en la ópera", de los hermanos
Marx. Eso hasta que, inopinadamente, seis puntos seguidos de Lovelace
y cuatro de Bokesa ponían el 38-29 a dos minutos del descanso. Máxima
ventaja estudiantil, de lo visto, y necesario tiempo muerto el solicitado
entonces por Lucas Mondelo. A la postre éste resultó efectivo porque
al descanso se llegó con un 40-35 que había roto el previsible
despegue local y dejaba el partido abierto para la segunda parte.
Un detalle tras la salida de
vestuarios, insignificante quizá, ponía un lunar negro en el debe
de Mondelo, si bien quedó luego rápidamente subsanado. Con Denti fuera
del partido, Malskowski cometía su cuarta personal y limitaba la presencia
de centímetros en el juego interior visitante. Brevemente después
cometió Jovanovic su tercera falta y, sin que desde el banquillo se
reaccionara, llegó la cuarta con celeridad y una situación complicada
para Olesa, que veía cómo sólo Jael Freixanet e Iva Perovanovic eran
opciones descargadas de personales para poder contener la destreza interior
de Zurro, Lovelace y Herrera. No obstante, de la debilidad procuró
el técnico visitante conseguir una fortaleza, y hemos aquí la segunda
epopeya de la tarde. Con menos efectivos interiores, Olesa apostó por
la rapidez en los movimientos ofensivos, por las penetraciones para
doblar balones a las compañeras desmarcadas, por el pase extra llevado
hasta las últimas circunstancias, por la solidaridad colectiva en defensa.
Estas circunstancias se combinaron con las fisuras en el bloque formado
por las chicas de Lombardía. Me temo, y no deja de ser opinión, que
los fantasmas de las dos primeras derrotas aparecieron por las mentes
estudiantiles y obturaron las salidas oportunas para recuperar el control
del partido. Pero es que ese control ya había llegado a las manos de
Silvia Morales, convertida por entonces en la dominadora del choque
y dejando por doquier destellos de un talento bárbaro para jugar a
este deporte. Un triple suyo permitió a Olesa alcanzar su primera ventaja
dentro de los momentos importantes del duelo (48-49, min. 27). Las reacciones
desde el banquillo local se planteaban en pista, pero ninguno de los
quintetos ofrecía por entonces la ansiada solución. Ni siquiera los
triples consecutivos de Liljestrand y Lovelace, que determinaban el
54-53 final del tercer cuarto, consiguieron esconder los problemas que
ya habían sido inoculados en el cuadro estudiantil. Llevado a términos
taurinos, la estocada que había recibido Estudiantes era de las mortales,
sólo que su vitalidad llegaría a la decrepitud lentamente, quizá
demasiado para la casta del morlaco.
En el último periodo existieron
dos mitades. La primera tuvo a Silvia Morales fuera de pista y acabó
con 64-62 a favor de Estudiantes. La segunda, sin embargo, fue bastante
más fructífera para las españolistas. Mondelo realizó un gran trabajo
en el apartado táctico, dotando a las suyas de consistencia defensiva,
con caja más uno incluida. Los cambios del técnico visitante encontraban
un sentido, seguían un esquema tan lógico como difícil de interpretar.
Pero era interpretado. Cada peón cumplía perfectamente su misión
hasta llegar a revertir las situaciones más desfavorables. Si Olesa
se quedaba sin mujeres altas, eso ayudaba incluso a la hora de doblegar
a su oponente en la batalla por el rebote. Parece difícil creer que
Estudiantes pudiera perder esa pugna teniendo en sus filas a jugadoras
expertas en esas lides y enfrentándose a rivales inferiores en tamaño
y lastradas por las faltas personales. Pero incluso esa faceta del juego
resultaba insignificante con Silvia Morales. De su mano, de su dirección,
un 2-8 de parcial dejaba el encuentro finiquitado y Estudiantes no sólo
se veía frustrado por su propia incapacidad para darle la vuelta al
marcador, sino que acrecentaba su impotencia con una actuación arbitral
final ciertamente controvertida que halló dos discutibles personales
en ataque que hicieron que el Estu perdiera la oportunidad de aferrarse
a la heroica para llegar a la victoria.
Estudiantes sumó así su tercera
derrota consecutiva y habrá de cambiar algo para que esto no se convierta
en cotidiano, aunque cada derrota de las tenidas hasta ahora se haya
producido de una forma distinta de las anteriores. Lombardía habrá
de encontrar el equilibrio necesario entre su juego interior y su perímetro,
equilibrar las prestaciones ofensivas para permitir que las defensas
rivales se abran y no se dediquen, con el éxito casi asegurado, a cerrar
la pintura para evitar tiros cómodos y fortalecer el rebote defensivo.
Quizá en lugar de rotar a todas las jugadores habría que conformar
un bloque sólido, competitivo, con muchos minutos en pista y que cuente
con apenas siete u ocho jugadoras a fin de establecer una rápida consolidación
y coordinación que otorgue cierta fiabilidad para enfrentarse no salir
escaldado en los venideros compromisos, entre los cuales sería imperativo
obtener alguna victoria que anime tanto el juego como el ánimo.
Olesa queda por el contrario
con un balance de 2-1. Con mucho menos equipo que el año pasado, a
buen seguro que seguirá dando guerra hasta bien avanzada la temporada,
cuando quizá su falta de profundidad de banquillo deje un equipo más
vulnerable. Para entonces a buen seguro que habrán logrado el premio
de jugar la Copa de la Reina en caso de haber conseguido tapar su talón
de Aquiles particular. Y es que no hay nadie invencible.
ESTUDIANTES 67: Herrera
(6), Hairston (6), Leemans (2), Ygueravide (7), Zurro (7) -quinteto
inicial-, Liljestrand (5), Bokesa (9), González (2), Castrejón (3),
Lovelace (20).
OLESA-ESPANYOL 73: Morales
(17), Denti, Freixanet, Thorburn (9), Jovanovic (4) -cinco inicial-
Maslowski (15), Kresovic (18), Boada (3), Perovanovic (7).
Árbitros: González
Zumajo y Albacete Chamón. Sin eliminadas.
Partido correspondiente a la
3ª jornada de la Liga femenina. Unos 250 aficionados en las gradas
del Antonio Magariños, entre los cuales varias jugadoras de Canoe y
de Rivas Ecópolis.
ÁLVARO LLORENTE LOKOS X EL BALONCESTO FEMENINO (MADRID)
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