Pilar Valero será céltica el año que viene o no será. La maña, mito
viviente del baloncesto femenino patrio, cumple en mayo 39 años y se
siente juvenil, con fuerzas sobradas para añadir otra temporada a su
extenso currículo. Pero sólo como miembro del equipo vigués. Si el
proyecto se desmorona, ella se retira. Otra sombra pende sobre su
objetivo: el edema óseo que sufre en el pie y que agravó por amor a esa
camiseta celeste que ha elegido como la última que se pondrá en una
cancha.

Pilar Valero ha tenido muchos destinos en sus veinte años como
profesional. Ha vestido camisetas históricas, algunas ya extintas:
Banco Zaragozano, Dorna Godella, Costa Naranja, Pool Getafe, Ciudad de
Burgo, Islas Canarias... Siete títulos ligueros y cinco coperos adornan
su currículo, conquistados con cinco equipos diferentes. Ofertas no le
faltarían ni ahora que se abisma a los cuarenta. Y ella los quiere
cumplir en una cancha. Pero para esa última fotografía sólo se imagina
de celeste.
"Si sigo, será en el Celta", establece.
También es leyenda en el territorio íntimo del Central. De 1997 a 2002,
en su primera etapa en el club, entonces patrocinado por el Banco
Simeón, ganó dos ligas y una copa. Volvió en 2007, a sabiendas de que
el potencial deportivo y económico había menguado. No le importó porque
el Celta es su gran amor, el destino inevitable de su largo viaje.
"Me
gusta la ciudad, me encanta el club, adoro a la directiva...Me apetece
seguir jugando, pero tengo claro que sólo será aquí".
Que se le cumpla el deseo depende de factores externos e internos,
institucionales y corporales. Por lo de pronto, debe existir un Celta
en el que continuar. El presidente, Paco Araújo, no pensará en
renovaciones y fichajes, ni siquiera en confirmar la plaza en Liga
Femenina, hasta que reúna el presupuesto que le permita competir
dignamente, con el nivel mínimo que exige el historial de la entidad.
Con Valero, el club tiene las cartas boca arriba. Quieren que siga, ya
se lo han hecho saber.
"Me hablaron de la renovación hace tiempo",
reconoce Valero,
"y todo quedo parado. Ahora que ha terminado la
temporada para nosotras imagino que hablaremos".
Porque la zaragozana está segura de que Araújo y sus compañeros
volverán a obrar el milagro de cada verano. Aparecerán los
patrocinadores necesarios, cuadrarán las cuentas y en octubre el Celta
saltará a la cancha.
"Paco al final siempre saca el equipo adelante. Yo
es que creo mucho en él", se explica.
Igual que Araújo cree en ella. Por los minutos de calidad que aporta y
su condición de líder espiritual.
"Por Pilar esperaremos el tiempo que
sea necesario", afirma el mandatario. Hay que esperar porque la última
palabra sobre su continuidad la tiene el pie de Valero.
La jugadora padece un edema óseo. Está a la espera de que los médicos
comparen resonancias y le detallen la gravedad, tratamiento y plazos de
recuperación. Es una dolencia que se agravó en el sacrificio de jugar
contra el dolor porque el equipo estaba diezmado.
"Hubo que forzar por
la situación que había. Me hubiera gustado ver a este equipo sin tantas
lesiones", comenta al recordar esas jornadas en las que Miguel Méndez
apenas tenía efectivos para el quinteto inicial. "
Yo espero que las
consecuencias no sean muy graves. No me quiero poner pesimista ni caer
en el alarmismo, aunque estoy preocupada".
Admite la angustia sin que le tiemble la voz. Es energética, alegre.
Reparte su vitalidad incluso en estos últimos días de entrenamiento,
antes de la desbandada de compañeras que ignoran si volverán a
reunirse. El Celta Indepo concluyó su trabajo el pasado viernes, al
quedar noveno en la temporada regular. A finales de semana Méndez
licencia a su plantilla. Valero admite:
"El ambiente es genial y a la
vez triste porque se aproxima la despedida". Que por su optimismo
genético entiende provisional:
"Yo espero que sigamos casi todas y a
las dos o tres que no, ojalá les vaya bien". Ni siquiera da por hecha
la marcha de Alba Torrens: "
Tendrá ofertas, pero todavía no ha decidido
nada".
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