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2009/04/09 EL BALONCESTO FEMENINO NO DEBE EQUIVOCAR EL CAMINO
Álex Gozalbo, Director de comunicación del Ciudad Ros Casares escribe un artículo en managingsport.com sobre cómo es tratado el baloncesto femnino en los medios de comunicación
"¿Puede un partido de baloncesto femenino reunir a más de 6.500 espectadores?". Bajo esta aparentemente inocente pregunta se esconde una estudiada campaña de promoción que Ciudad Ros Casares Valencia puso en marcha en febrero. La provocación pretendía incentivar la asistencia de espectadores en el partido ante el Spartak de Moscú (Rusia), superando de paso el récord de público en un encuentro de la Euroliga Femenina 2008-09.

Con el objetivo cumplido (6.616 aficionados acudieron a la cita), puede resultar útil analizar algunas pistas que ayuden a repetir iniciativas como ésta. ¿Qué necesita el deporte femenino para ser un evento de masas? La respuesta no la encontrará el lector en este artículo, que simplemente pretende desnudar de prejuicios a todo aquel que se sienta con fuerzas para iniciar la búsqueda del camino correcto y cambiar la tendencia.

La estación de la que partimos, conviene decirlo pronto, no es esperanzadora. Hace apenas unos días Amaya Iríbar dejó escrito en un reportaje del periódico ‘El País' una frase tan contundente como real: "El deporte femenino es ajeno al gran público". No mentía.

Tras años de intenso trabajo, el deporte femenino comparte con el masculino dosis parecidas de profesionalidad. Pese a sufrir todavía un déficit de practicantes en algunas disciplinas (no en el baloncesto), el grado de competitividad es comparable. La exigencia es la misma, pero la repercusión todavía no. ¿Por qué?

Televisiones y patrocinadores le siguen dando la espalda al deporte femenino. Lo uno lleva a lo otro. El Consejo Audiovisual de Andalucía (CAA) hizo público el año pasado un estudio cuyos resultados siguen vigentes; las deportistas sólo protagonizan el 3,5% de las informaciones emitidas y el 7,5% de las retransmisiones. Sin televisión parece claro que los patrocinadores no se interesarán jamás por el producto. Así de cruel.

Lo más inexplicable de todo es que, sin ser mayoritarias, las audiencias del deporte femenino no son malas. Sin ir más lejos, varios partidos de Ciudad Ros Casares han obtenido esta temporada más audiencia en Punt 2 (RTVV) que encuentros del Pamesa Valencia. Tal como suena.

No sólo eso, la WNBA hizo públicos a finales de septiembre unos datos, con un incremento del 19% de las audiencias televisivas, que para sí quisieran muchos deportes masculinos. También creció el tráfico de su web y la asistencia a los pabellones.

El producto gusta, pero apenas se le dan oportunidades. Nada se puede hacer contra el criterio de las televisiones privadas; cada cual escoge cómo invertir su dinero. Sí deberíamos, en cambio, exigir el mismo trato en los canales públicos, que pagamos entre todos. De la misma forma, tampoco se puede obligar a las empresas a invertir en deporte femenino, pero sí resultaría lógico demandar las mismas subvenciones de las instituciones. Sería un primer paso importante, aunque no el único.

El Secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, presentó el pasado 29 de enero un ‘Manifiesto por la Igualdad y la Participación de la Mujer en el Deporte'. La repercusión fue entre escasa y nula. Sólo el noveno de los once puntos considerados en el texto como necesarios hace referencia a la importancia del papel que juegan los medios de comunicación. No puedo estar más en desacuerdo.

El paso más importante que debe dar el deporte femenino es conquistar un espacio mayor en los medios de comunicación. Es la única salida del destierro social que padece. Lograrlo, eso sí, no es sencillo.

Algunos abogan por copiar fórmulas que funcionan en el extranjero. Las dos primeras que me vienen a la cabeza son las utilizadas por la WNBA: modificar el calendario para competir en verano, cuando no hay NBA, y contar con el apoyo de la competición masculina para exigir contratos televisivos. No veo viable su aplicación en España. Por una parte, las mejores jugadoras tienen compromisos con sus selecciones nacionales todos los años. Por otra, la Liga ACB y la Liga Femenina dependen de organismos diferentes.

Otros insisten en reducir el tamaño de los uniformes para potenciar el lado sensual de las deportistas. Si llegado este punto del artículo alguno opina que eso sería producente, le recomiendo que suba el cursor y vuelva a releer las más de 600 palabras anteriores. Le conviene.

No se equivoquen, la mejor manera de acceder a los medios de comunicación, es... con imaginación. El partido de cuartos de final de la Euroliga Femenina que Ciudad Ros Casares disputó la temporada pasada atrajo a 2.800 espectadores, mientras que el de esta campaña logró reunir a 6.616 hinchas. ¿Qué cambió para ganar casi 4.000 aficionados? La trascendencia del partido era la misma, pero con la campaña ‘Objetivo 6.500' se dotó a la cita de un valor añadido, relacionando el encuentro con un intento de récord. Así se ganó mucho espacio en la prensa y se logró que se empezara a hablar del partido dos semanas antes.

Uno de los obstáculos para lanzar campañas así es que la mayoría de clubes no cuentan con una estructura profesional, que permita idear, organizar y poner en práctica actuaciones de ese tipo. Cargos como el de Jefe de Prensa o el de Director de Marketing no son, por desgracia, habituales en el deporte femenino.

Hace años los clubes apenas se gastaban el dinero en las jugadoras principales, sobre todo en las extranjeras. Con el tiempo la figura del entrenador/a adoptó importancia. Ahora es inviable pensar que un equipo pueda competir a nivel profesional sin cubrir áreas como la preparación física, la medicina o la fisioterapeuta. En cambio, apenas unos pocos consideran útil destinar una parte del presupuesto en cargos que consideran evitables, superfluos incluso. Más todavía en la difícil situación económica que atravesamos.

No se dan cuenta de que es la única manera de generar curiosidad entre los aficionados, animarles a acudir a ver los partidos y, si el espectáculo les gusta, incitarles a repetir la experiencia. Por norma general, la gente sale de los partidos de baloncesto femenino con una imagen diferente a la que tenía al acceder al pabellón. El espectáculo deportivo con el que se encuentra es mejor de lo que esperaba.

Situado desde hace años el listón deportivo al nivel adecuado, ahora conviene adornar el producto, envolverlo con el papel adecuado. Dos aspectos de la WNBA me parecían antes imposibles de imitar aquí. Hay otro, en cambio, que me parece muy conveniente. En Estados Unidos la gente acude a ver deporte como un entretenimiento más, con la sana intención de pasárselo bien sin preocuparse en exceso por el resultado. Aplauden tras un triple y también cuando sale la mascota, sonríen cuando ganan y también con los montajes del videomarcador, se preocupan por el resultado y también por los condimentos de su hamburguesa. Ésa es la esencia. No se trata de copiar estereotipos de la sociedad americana, sino de imitar su visión lúdica del deporte.

Para ello hemos trabajar todos. Debemos hacerlo, al menos, con la misma profesionalidad con la que las deportistas se entrenan y preparan cada día. No sé si es el camino bueno, pero, sin duda, no es el equivocado.


ÁLEX GOZALBO

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