La estadística, en este sentido, para el primer equipo del Conquero es
del todo aciaga. De un balance de 4 victorias y 16 derrotas, nada menos
que en nueve de éstas ha caído por una diferencia igual o inferior a
los diez puntos. Esta circunstancia se ha producido en encuentros
igualados, a los que ha llegado el Grupo Marsol, bien por abajo, bien
por arriba en el marcador, pero siempre con serias posibilidades de
victorias.
Especialmente significativo fue en el primer tramo de
la competición, donde, tras su estreno victorioso (66-92 en Pontevedra)
y sus estrepitosas derrotas con los poderosos Burgos (55-89) y Zamora
(108-80), el equipo de Gabriel Carrasco estuvo muy cerca del triunfo en
sus partidos con el CREF Hola (69-72), el Pabellón Orense (69-66), el
Aros León (72-68) y el Badajoz (54-61). Entre medio consiguió ganar al
Lugo (87-71).
En las dos primeras de esa serie de derrotas, aún
contaba el equipo con Adriana Spears y Bettina Bode; el juego interior
dejaba que desear, salvo en contadas ocasiones, y los porcentajes de
tiro no eran los idóneos, sobre todo desde la línea de personales. Éste
fue su principal lastre también en León, ya con Melissa D'Amico y
Raquel Sánchez de la Campa, así como frente al Badajoz, en uno de sus
mejores partidos, no hubo el acierto de otras ocasiones en el
lanzamiento exterior.
Más tarde encadenó una nueva racha de
fatalidades,
perdiendo por diez puntos con el Alcobendas (77-67), y de seis con
Canoe (80-86), antes de sus triunfos practicamente seguidos sobre
Cáceres (82-76) y Bembibre (92-77). Discutidos arbitrajes -otra
constante para las onubenses- y una peligrosa ansiedad para resolver en
la recta final hicieron más grande la herida.
Ya en el último
mes se ha hecho más evidente cierta espesura en la dirección del
equipo. Esto ocurrió de forma evidente en el primer partido de la
segunda vuelta, con Pontevedra (77-87), en el que faltó frescura y
precisión.
De nuevo un mal arbitraje frente al Zamora, con malos porcentajes en el exterior, provocó una derrota en casa más
abultada
(70-83) en los instantes finales, aunque las imprecisiones y la falta
de ideas han vuelto a pesar en el Grupo Marsol en sus dos últimas
derrotas con CREF Hola y Orense, ante los que los balones perdidos
fueron casi definitivos.
Sean por unas causas o por otras, los
pequeños detalles están pasando una factura muy cara a un equipo con
potencial para estar arriba. Los balones perdidos, los malos
porcentajes en los tiros libres, malas selecciones de tiro, arbitrajes,
nervios... Todo esto puede llevar a un final ajustado en un partido,
con el riesgo de perderlo. La cura para esta enfermedad es posible
aunque difícil. Habrá que confiar
JAVIER RONCHEL
huelvainformacion.es