En el primer encuentro como local, el Mann Filter se topó con la realidad. La suposición adquiere un rango mucho más oficial una vez visto el partido de ayer: el conjunto que prepara Carlos Iglesias puede pasar serios problemas clasificatorios este curso. El triunfo capturado el pasado fin de semana en Ibiza, lejos de definir una tendencia, más vale calificarlo de heroicidad, de unos puntos que a final de temporada pueden ser determinantes para salvar el pellejo. Por supuesto, equipos como el Olesa quedan lejos. La permanencia, el objetivo real de este proyecto, afortunadamente, queda mucho más cerca.
Cuatro minutos y medio tardó el Mann Filter en elaborar la primera canasta. Después de cinco ataques, Latoya Turner se hizo un sitio bajo el aro catalán y anotó con el amparo de la tabla. Turner encendía las escasas luces aragonesas, negadas en el lanzamiento y blandísimas en defensa durante todo el acto. Por dentro y por fuera, el Olesa se mostraba muy superior. El pedacito de tierra alquilado por Turner en la zona visitante pronto cambió de dueña. Apareció la rusa Olga Podkovalnikova y la noche se hizo en el ataque amarillo.
Ciego, mudo, sordo, el Mann filter fue borrado de la pista. El dominio del Olesa se hizo abrumador con Podkovalnikova. Baloncestísticamente hablando, su impronunciable apellido (de aquí en adelante la llamaremos por su nombre de pila: Olga) es lo único complicado en ella. La rusa de rubia cabellera juega al baloncesto como los ángeles. Bien coordinada a pesar de su sobresaliente envergadura, Olga bota correctamente, pasa con precisión y es absolutamente letal lanzando a cuatro o menos metros del aro. Con la escasez de centímetros que muestra el Mann Filter, ayer gobernó el partido a su antojo.
Olga apenas disputó 19 minutos, tiempo en el que anotó 17 puntos sobre una valoración total de 21. El técnico Lucas Mondelo no la utilizó más simplemente porque no resultó necesario. Un par de cositas de Kelly en el perímetro o otra media docena de cositas de Putnina bajo los aros bastaron y sobraron para derrotar a un Mann Filter sin referencias tras disolverse el impetuoso arranque de Turner. Al descanso, ya estaba todo el pescado vendido (22-42).
La derrota estaba consumada, pero el Mann Filte no se dio por derrotado jamás. El hecho aporta tanta paradoja como merece admiración. Igual que los incansables chavales de la Fiebre Amarilla, de largo la peña deportiva de animación más correcta de Zaragoza, las jugadoras de Carlos Iglesias se dejaron la vida por intentar recortar la diferencia. Así firmaron un tercer cuarto notable (17-17) y un cuarto final también digno (16-20). Esta es la otra realidad del Mann Filter. Además de unas carencias que nadie oculta, el equipo tiene casta y entrenador para intentar salir adelante. Sin Paula Palomares, poco había que hacer ante el Olesa. Sin ella se dio la cara. Con ella tampoco se habría ganado, pero sí se logrará salir adelante en la Liga Femenina. R. Lahoz heraldo.es |