La presencia de cinco jugadoras foráneas supone el mayor aliciente de una plantilla del Pabellón en la que sólo continúa la base Bárbara Lamelo con respecto a la temporada pasada. El Badajoz, primer rival.

Siete temporadas lleva ya el Pabellón en la Liga femenina 2. Mañana, las ourensanas alzarán el telón de la octava con una filosofía antagónica a la que han predicado hasta ahora. En un club con malas experiencias con sus jugadoras extranjeras, el mercado, al que llegó tarde y con pocos medios, le ha obligado a recurrir a las comunitarias como núcleo de la plantilla. Sólo la ourensana Bárbara Lamelo sigue en el equipo. Será junto a Nerea Moreno y Ángela Oliveira la representación nacional. El resto vienen de fuera. Las eslovacas Fabionova y Hazuchova, la portuguesa Abreu, la griega Vlachou y la norteamericana Werner completan un equipo corto pero con calidad.

La duda será saber cuánto tarda Jorge González en hacer de una buena suma de individualidades un equipo competitivo. Mañana no parece el día elegido, como reconoce el técnico: ‘No debemos esperar nada porque todavía no estamos para ofrecer nada. Estamos en ello pero nos falta mucho camino por recorrer. Tratar de competir debe ser nuestro objetivo de momento, aunque la actitud de las jugadoras es muy buena y eso nos tiene que ayudar a avanzar rápido'.

Acostumbrado a coquetear con los puestos de descenso, el objetivo será no pasar tantos problemas: ‘Si nos respetan las lesiones y no tenemos contratiempos deberíamos poder competir por estar en la zona tranquila, pero sólo tenemos ocho jugadoras y eso hace que nuestro margen de maniobra sea muy pequeño'.

Un recién descendido, el Proffasa Badajoz, será el primero en examinar a un Pabellón más imprevisible que nunca.

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