En cualquier web deportiva hay un blog de alguien acerca de los JJ.OO. y en LOKOS no podía faltar. Diario de un cazalegueño en Pekín es el diario personal de un trabajador de TVE que está viviendo en Pekín sus terceros Juegos y que se jubilará en cuanto acabe su trabajo allí. Lo diferente de este blog es que no está basado en nada deportivo, si no en las vivencias particulares de este hombre. Su aventura seguirá una vez terminados los Juegos pues su idea es comenzar su jubilación comprándose una moto en Pekín y llegar hasta Cazalegas (Toledo). Veremos si lo consigue. Mientras tanto disfrutar con sus particulares vivencias en China.
día 0 Después de todas las peripecias de los cambios de billete de avión, de la acreditación, todo conseguido en el último minuto, me subo al avión que me lleva a Frankfurt. Allí me esperan 5 horas de tránsito que aprovecho para ir a la ciudad. El avión a Beijing uno de esos gigantesco de 10 filas de butacas. 9 horas sin despegar el culo del asiento. Lo peor: me hice un lamparón rojo de mermelada de frambuesa en el medio de la camiseta blanca y sin posibilidades de cambio hasta recoger el equipaje a la llegada. Por suerte cuando me validaron las autoridades chinas la acreditación de miembro olímpico me dieron una cinta para llevarla colgada y, como es tan grande me tapaba todo el manchón. Luego recuperé la maleta, pero pasé de cambiarme, tampoco voy dando tanto el cante. dÍa 1 En realidad el cambio de día ocurrió en el avión, pero lo pongo aquí porque es aquí donde empieza la cosa. Lo primero que he hecho ha sido intentar volar a Wuwei porque allí se producirá un eclipse total de sol mañana a eso de las 5 y pico de la tarde. Pero a pesar de que el Google Earth dice que Wuwei tiene aeropuerto, con ese destino no hay vuelos. La única opción es el tren, me dice una china que habia estudiado en la Universidad de Alcalá de Henares. Bártulos a cuestas, en metro, con trasbordo y todo llego a la estación de tren de Beijing ( BeijingChang ) Mastodóntica, con las taquillas a pie de calle y con una plaza delante convenientemente dimensionada para dar cabida a las colas y a los 8 o 9mil chinos que pululaban o sesteaban por ahí. La idea de enfrentarme a eso y con el personal hablando en chino cerrao cerrao casi me tira para atrás. Pero me pongo en una cola ( la taquilla 90 y tantos). Delante, uno de pueblo intenta regatear o qué se yo, con la taquillera, durante un buen rato, hasta que se empiezan a impacientar los de detrás; entonces la señora lo despide de malos modos ( a la gente de pueblo hay veces que la tratan fatal). Lejos de amedrentarme me enfrento a la fiera de detrás del cristal : Du yús píc inglish, plis; su cara de sargenta se transfiguró a normal, tirando para amable, y me dijo que yes, pero que el tren para Wuwei tardaba 23 horas, que salía a las 18:44, y que si quería "soft sleeping". De repente me acordé de la guía de China: hay cuatro clases de "localidad" en los trenes chinos. Por orden creciente de comodidad y precio: Hard seat, Soft seat, Hard sleeping y Soft sleeping. El calificativo en realidad no tiene que ver con la blandura ( lo "hard" no es una tabla) sino con la anchura del espacio vital. Total, que no me salían las cuentas para ver el eclipse, porque la llegada prevista del tren era a las 17:27 y el eclipse se produciría a las 11:17 UTM, que al sumar las 6 horas de diferencia china salen las 17:17; por 10 minutos no llegaría. Así que me fui a dar una vuelta y comer algo; eran como las cuatro y media de la tarde. En una especie de galería de alimentación vi a un chino detrás de un cristal, haciendo fideos a mano: empezaba con un trozo de masa del tamaño y forma de un periódico enrollado, cogido con una mano de cada extremo; lo giraba en el aire, como una comba, para que se fuera estirando; a la vez lo golpeaba ligeramente contra la mesa enharinada. Cuando ya no le daban de sí los brazos por la longitud de la masa, jutaba los dos extremos en una mano y con la otra cogía extremo del doblez que colgaba; Entonces repetía toda la operación de la comba y los golpecitos a la mesa, esta vez con la masa como dos trozos de soga. Cada vez que estiraba los brazos, acababa duplicando el número de fideos y reduciendo a la mitad su grosor. Al terminar cortaba los muñones de los extremos y echaba los fideos en una perola de agua hirviendo que removía otro chino con un cazo. Esa era la base de los cuencos que servían en el lugar. Yo me pedí el tercero de la foto, que resultó tener trocitos de costilla, verduras y un toque picante.Estaba bien rico, pero no pude terminarme el euro y medio que me costó, por el tamaño. Mientras tanto, cambié de idea: no quise quedarme tres días en Pequín, con el caloruzo que hacía. Volví a la misma taquilla (para no andar con experimentos) y saqué el billete: pero no para esa estación, si no para la del oeste ( los de la estacion central se habían terminado). (((Inciso: estoy en este momento escribiendo en el hotel de wuwei ,7:30, llaman a la puerta y me traen el desayuno: unos trocitos de bizcocho, un huevo duro y UN PLATO DE JUDÍAS PINTAS)))(((no son judías, son como cacahuetes...?))) Coger el tren no fue tanto como parecia en principio. Fijándose bien,y aunque está en chino, todo está bastante claro. En el vagón me tocaron otras tres personas: dos chicas que parecían bastante apenadas, y un señor que repasaba unos planos mientras hablaba por teléfono. Una de las chicas apenadas empezó a llorar desconsoladamente y acabó contagiando a la otra.Menudo panorama. Cuando se les pasó el sofocón resultaron muy simpáticas, y me contaron que habían estado 10 días en Pekín participando en un espectáculo y que volvían a casa; lloraban porque acababan de despedir a los amigos que habían hecho ( quizá algún noviete). Día 2º Se bajaron en algún sitio a mitad de camino ( el de los planos un poco antes) y en su lugar vinieron un sargento del ejército (siete años llevaba) y una mujer que se dedicaba al "merchandaising" ( me lo dijo el sargento del ejército que se lo sonsacó, porque ella solo hablaba chino) El sargento del ejército era muy amable y me ayudó con la maleta cuando me bajé en Wuwei. Pero antes de llegar lo pasé fatal con lo del eclipse, porque estuvo nublado casi todo el camino, solo se veía el sol a ratitos, incluso llovió durante parte del viaje. La última hora la pasé observando el cielo y comprobando a través de las nubes que no había eclipse; cuando estaba cerca del destino llegué a pensar que había dos Wuweis y que me habían mandado al de tomar porsaco. Total que más daba con esas nubes... 17:27 : Pedazo plaza de la estación, nubado pero había un claro al fondo, ni rastro del eclipse. Algo no encajaba. Estuve un buen rato indeciso; no se veía ningún hotel; yo era la atracción de la plaza: un guiri con mochila, cámaras y una maleta roja. Aquello de la esquina,aunque no pone nada, parece un hotel. Lo es, y vaya que lo pone, pero sólo en chino.Negocio el precio de la habitación y me rebajan como un 40%: 18 euros. Un espectáculo único, sobrecogedor, brutal, silencioso, manifestación del poder total, noche estrellada en pleno día. Además sentí como si hubiera ocurrido para mí, en pleno culo del mundo. Una vez en la habitación abro la ventana sobre la plaza. Empieza a despejarse el cielo por el oeste. Coloco la cámara de video en la ventana y ajusto para la menor exposicion posible; aún así cuando llega un claro, la luz del sol es demasiado fuerte. De repente me parece que al disco solar le falta un mordisco, sí, lo compruebo proyectando la luz con mis gafas de ver sobre la pared.Se había despejado completamente, y yo no tenía filtro para mirar ni grabar. Probé a través de un CD; a ahumar el filtro polarizador de la cámara de fotos con cerillas del hotel, quemando un plástico y nada. Al final até las gafas de sol, que son polarizadas al objetivo, y girando el filtro polarizador por delante conseguí ajustar la luz cuando la cosa iba por más de la mitad. Y poco a poco, a su ritmo, la inmensa y silenciosa maquinaria apagó la luz. 54 años y se me saltaban las lágrimas como si tuviera 3. Hoy lo escribo, dos días después, y me vuelve a pasar.Pero pienso que quizá toda esa emoción se deba a las circunstancias especiales que rodearon al evento en mi caso, a todo el empeño que puse en llegar hasta allí, y las pocas expectativas de exito que por momentos tuve. Luego, cuando me recuperé, bajé al pueblo; seguía siendo la atracción. Me aventuré por la calle más cutre y luego por un barrio de casas nuevas con madres y niños por las calles; se me ocurrió sonreir a uno y a lo 2 minutos estaba rodeado de chinitos en monopatín de una rueda o a pie, que me repetían desde todas direcciones "hello!, hello!. Unos un poquito mayores me preguntaron, en incipiente inglés, que dónde iba; en vista del poco éxito que había tenido en el hotel con ese idioma , les dije que les contrataba para que me enseñaran el pueblo mañana. Luego cené en un sitio que te ponían un ajo crudo para mordisquear entre bocados. Día 3º A las 9 y 10 llegaron corriendo mis guías que me llevaron en bus al centro (10 centimos el billete); al banco de china a cambiar de moneda; a comprar una cinta de video; a Chan men lu (la puerta de la antigua ciudad) y a sacar el billete de tren de vuelta a Pekin. De ninguna manera querían cogerme los 10 euros de propina, hasta que no fue a la fuerza. El viaje de vuelta, parecido , pero de dos horas más de duración. Esta vez cogí "hard sleeping" porque no quedaban de los otros; es decir los departamentos estan abiertos al pasillo, y tienen tres alturas de litera; la de abajo más cara. A las 5 o 6 horas de viaje veo venir por el pasillo una señora con una muleta de madera igualita que las de los lisiados de los milagros en las películas de la Biblia. Y resultó ser la pesada de mi vecina. Pesada porque no dejaba de preguntar cosas complicadísimas para nuestros respectivos niveles de inglés (sobre todo el suyo).La parte de provecho: una lista de palabras, que me parecieron útiles, traducidas al chino, con su transcripción fonética correspondiente (hecha por mí) Desde la ventanilla comprobé el afán con que los chinos se emplean en cultivar la tierra; aprovechada al milímetro. Entre el borde del cultivo (maiz, patatas, coles, tomates...) y un precipicio, puede que a veces no hubiera ni 10 centímetros. Las casas de los pueblecitos tienen todas el mismo corte: un recinto bastante cuadrado (8 ó 10 metros de lado) rodeado de un tapia a veces de barro; dentro, a lo largo del lado orientado al sur, una casita a un agua; puerta y una ventana a cada lado que dan al interior. Lo más colorido y valioso que se aprecia es el portón que abre el patio a la calle: pintado de rojo, con su tejadillo chino; los que les va mejor lo adornan con dragones dorados y un par de farolillos rojos Día 4º Cuando desperté en mi litera del medio (la señora me pidió el cambio, por la pierna) a penas era de día, las 5 y algo, pero poco a poco aquello fue tomando vida, y los madrugadores nos íbamos sumando a los insomnes (o más madrugadores todavía). Uno, el "organizado", con cara de buena persona, se prepara el desayuno: con parsimonia pela su cubilete de sopa de fideos, reservando la parte de arriba del envoltorio de plástico. Abre el cubilete como 1/4 (se abren como la tapa de un yogur) y, del termo de nuestro departamento (cada uno tiene dos) echa agua caliente, con cuidado, por la ranura que ha abierto. Pero de repente, con un ligero gesto de contrariedad, para y se acerca la boca del termo a la cara, como para sentir la temperatura del agua en la piel; ahora su gesto es de confirmación: no está lo bastante caliente. Le costó un viaje al cuartillo del "boilling water", pero consiguió su humeante cubilete. Entonces volvió a cerrar la tapa redoblando los bordes hacia abajo y, (para eso era) con el plástico que se había reservado cuando lo desprecintó. Lo dejó reposar por lo menos una hora antes de probarlo. Yo me había cenado uno la noche anterior a los 30 segundos de poner el agua, y sí que es verdad que lo último estaba más rico. Llegué al hotel de Beijing un cuarto de hora después que mis compañeros que venían de Madrid. Tarde con visita relámpago a la desangelada plaza de Tiananmen (Puerta a la gloria celestial), la más descomunal del mundo. A las 7 reunión del equipo de TVE, y cena, con un grupo de compañeros un poco más conocidos, en un chino donde me entendieron cuando les pedí (en chino, a la primera y sin gesticular) un helado que no tuviera fresa. Día 5º Primer contacto con el lugar de trabajo: cables, monitores, ordenadores... mogollón de aparatos a punto de funcionar correctamente, pero que todavía no. Estamos en el recinto olímpico; quizá a 1 kilómetro del estadio y algo menos de la piscina (la que está hecha como de pompas de jabón con luces por dentro). No nos dejan acercarnos, vaya mierda; pero, aún, de lejos es más impresionante que como sale en la tele o en las fotos. Pregunto a un voluntario (de los ciento y pico mil que pululan por todos lados) que como se hace para conducir en China (segundo objetivo de mi viaje) Respuesta descorazonadora. Pregunto a un voluntario (de los ciento y pico mil que andan repartidos por la ciudad) que qué tengo que hacer para poder conducir por China. No está seguro, pero le parece que no se puede. A lo largo del día, insisto en ello con diferentes voluntarios y con una intérprete contratada por la tele. La impresión, sin ser definitiva, es que tengo que examinarme para conducir cualquier clase de vehículo que tenga un motor de explosión. Me recomiendan que vaya a una autoescuela. Chungo. Día 6º Toma de posiciones más seria en el IBC (International Broadcasting Center). Insistencia en el asunto del carnet de conducir: creo que hay que tener permiso de residente. Cada vez peor, pero no desisto. Estas tardes las gastamos (un compañero y yo) paseando por los hutones (barrios) de casas bajas y buscando sitios para cenar. Si tienen la carta con fotos y traducida al inglés, no hay mucho problema. Pero cuando está sólo en chino la cosa cambia. Entonces recorremos las mesas mirando descaradamente lo que comen los demás y elegimos con el dedo lo que nos parece. Hasta ahora nadie se ha molestado, incluso les hace gracia e intentan ayudarnos. Eso sí, ni siquiera ese sistema garantiza el éxito, porque no te ofrecen para probar. Ya no voy a poner los días porque no me acuerdo bien de ellos uno por uno. Día de la ceremonia de apertura de los juegos. El trabajo terminó sobre las 5, parecía buena hora para vagar por los alrededores del estadio y tomar posiciones por si había algún espectáculo, aunque fuera un retal, por fuera. Pero era imposible acercarse.Con su tónica de sobredimensionarlo todo habían acordonado entre 1 y 2 kilómetros alrededor, y solo se podía atravesar el cerco con una pegatina especial, imposible de conseguir, por supuesto, pegada en la acreditación. En ese momento no pensé claramente en los fuegos artificiales que, con seguridad, habría después; y menos en lo espectaculares que resultaron, por eso decidí ir a ver la retransmisión por la tele en alguna pantalla gigante que hubiera por la ciudad, quizá en Tiananmen. Pues no señor, también estaba cercada la plaza; y la calle que tenía una pantalla estaba a reventar. El resultado final es que estando en Pekín el 8 del 8 del 08 a las 8 y 8, no vi la ceremonia hasta el día siguiente y a trozos, en la tele. Ahora he visto que venden unos DVDs muy majos donde debe estar todo de maravilla, compraré uno. A. L. R. |