Las selección femenina de los Estados Unidos, titular del oro olímpico,
se dio un auténtico festín a costa de China (63-108), que sólo aguantó
durante los cinco primeros minutos antes de ser literalmente arrollada
por un equipo de centellas.
Las norteamericanas desprenden el inconfundible aroma de los equipos
ganadores. Hasta para salir a la cancha. La formación entrenada por
Anne Donovan apareció
en la pista de Wukesong a la carrera formada en una fila que se separó
en otras dos hileras de seis jugadoras cada una que ocuparon las bandas
para empezar la rueda de calentamiento directamente. Ya no pararon de
correr.
La concentración de estas jugadoras, campeonas del Torneo de las
Américas 2007, en Atenas 2004 y medalla de bronce en el Mundial 2006,
es absoluta. Se les da como favoritas indiscutibles al oro. Y no es
cuestión solo de copiar sus hábitos.
La formación china, adiestrada por el australiano
Tom Maher,
también desarrolla una puesta en escena de corte muy americano. Ensayan
sistemas para calentar y tienen todo medido al milímetro pero,
lógicamente, la calidad del equipo dista mucho de la categoría de las
estadounidenses.
Las chinas ganaron un bronce en Los Angeles'84 y una plata en
Barcelona'92 y también atesoran un bronce mundial. Todo esto no influyó
en absoluto. Por otro lado, las estadounidenses habían ganado los
cuatro anteriores enfrentamientos ante las orientales dentro de los
Juegos, así como otros cuatro en el mundial.
La presentación local, no obstante, deparó una franja de igualdad
(11-10) que terminó mediado el primer cuarto tras un parcial de 0-9
(11-19 m.5). El resto del periodo desembocó en un vendaval ante el aro
chino. La cesta estadounidense no registró un sólo punto más hasta la
bocina del corte. En el oriental cayeron catorce tantos (11-33). Adiós
a cualquier opción de las anfitrionas.
Tina Thompson había anotado quince tantos a esa altura. La
honorable entrada en juego de China había pasado a la historia porque,
para desesperación del técnico Tom Maher, sus chicas atravesaron un
síndrome de sobra conocido: la rendición por desánimo (14-43 m.15).
El cuadro asiático bajó los brazos y Estados Unidos voló por el parqué
a un velocidad de vértigo. Las avenidas sobre la canasta local duraban
escasos segundos y casi siempre terminaban en un saque de fondo, o sea,
que el casillero americano corrió de forma parecida a un cronómetro
digital. Las campeonas olímpicas siguen buscando rival.
EFE