Elena Tornikidou (Tashkent,
Uzbekistán, 1965) cumple hoy 43 años. Confiesa que renovar otra temporada más
con el Ros Casares le ha costado, porque ya le apetece dejar de jugar para
averiguar qué otras cosas hay además del baloncesto. Campeona olímpica en
Barcelona con Rusia, campeona del mundo y de Europa, innumerables títulos en
Brasil, Rusia, España... su currículum, infinito, va camino del Guinness.
Repasando su biografía, y sus fotos, la veo mejor ahora que hace diez
años. Pues yo me veo peor, pero me alegro de oir eso.
Estar
así, y rendir así a los 43 años, ¿es cuestión de genética o de disciplina?
De todo un poco. Hay que nacer así, pero también hay que trabajar mucho.
Desde pequeña he trabajado mucho y muy duro, con muy buenos entrenadores. La
clave está en imponerse una disciplina, y no dejarse llevar.
El jamón
ibérico y el vino tinto cuentan que son su debilidad. Si, me gusta lo
bueno.
¿Alguna celebración especial para su cumpleaños? No,
cada vez me gustan menos estas cosas, esperaremos al fin de semana.
La
semana pasada la asociación de jugadoras la eligió como alero más destacada de
la temporada. Desde que acabó la liga estoy un poco desconectada, además
yo no le doy importancia a estas cosas, pero si las compañeras creen que lo
merezco pues estoy muy agradecida. De verdad.
Su madre lleva tiempo
insinuándole que es tiempo de retirarse Uff, desde hace casi diez años.
Me insiste en que hay que cuidarse a partir de los treinta años. Creo que va
siendo hora de hacerle caso. Yo ahora me siento bien, pero me ha costado mucho
decidirme para renovar un año más.
¿Por qué? Ha rendido a un gran
nivel esta temporada. Sí, pero me veo ya con demasiada
edad....
Y quiere tener otro hijo.... (Antón, de 17 años, es fruto de
un primer matrimonio). Sí, claro que me apetece, pero aún no he
conseguido parar de jugar. No he perdido la esperanza de ser madre otra
vez.
Carme Lluveras dice que usted aporta tantas cosas al juego que es
imprescindible. No lo sé, ella sabrá. Algo debo de tener si (risas),
pero no lo sé.
Su marido, Nicolás, es agente de jugadoras y su hijo,
Antón, jugador en Escolapios. ¿No está harta de tanto baloncesto? En
casa apenas hablamos de baloncesto.
Y qué hace Elena Tornikidou cuando no está en la pista.
Hacer cosas de la casa. Limpiar, comprar, aunque cocinar confieso que
cada día me gusta menos, pero estoy en contra de los alimentos precocinados. Me
gusta lo natural.
Hay gente que ya piensa en usted para ocupar algún
cargo técnico en la Federación Española. Tengo otros planes y muchas
dudas.
¿Qué planes? Primero tengo que saber qué me gusta
porque toda la vida llevo dedicándome al baloncesto. Demasiados años haciendo lo
mismo y ahora me apetece descansar. No me atrae nada que tenga que ver con el
baloncesto.
¿Usted también votó a Rusia en Eurovisión? Aunque
yo siempre estoy con Rusia y con España, creo que España hizo el ridículo. A
Eurovisión hay que ir a cantar de verdad ¿no?
Está considerada una de
las jugadoras mejor pagadas de la liga pero llegaron a ofrecerle 250.000 euros
por jugar en Rusia y dijo no por la familia. ¿Se arrepiente? No, no, no
(rotunda). Nunca me he arrepentido. Llevo toda la vida perdiendo ofertas y
dinero por la familia. En una etapa de mi vida decidí tener un hijo, y tener un
hijo es estar con él. Haría lo mismo otra vez.
¿Le gustaría que su
hijo se dedicara a lo mismo que usted? De momento estar en el baloncesto
es mucho mejor que estar en la calle, se entiende ¿no?
El equipo que
está confeccionando Ros Casares ¿podrá dar el salto a la Final Four de la
Euroliga? Con Amaya
Valdemoro damos un salto y el Ros Casares está obligado a ser competitivo,
porque los rusos son siempre rusos.
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