A sólo dos jornadas del final el equipo está fuera del descenso y depende sólo de sí mismo para salvarse

Más de mil aficionados puestos en pie aplauden durante varios minutos a un equipo que da varias vueltas a la cancha de juego. Multitud de niñas pequeñas subidas sobre la barandilla de las primeras filas esperan ansiosas el autógrafo y el cariño de las jugadoras que idolatran mientras se rompen las manos de aplaudir. Un presidente que pone cada día su vida en esto mira al horizonte emocionado. Gran parte de las jugadoras no pueden contener el llanto y lloran de alegría mientras abrazan a sus familiares, algunos venidos desde muy lejos. Todo el cuerpo técnico se funde en un solo ser y juntan a sus jugadoras en el centro de la cancha para hacer el grito de final de partido y devolverle a su afición todo el aire que le ha insuflado. Tras el grito el delirio rebota a un graderío que enfervorizado le tributa a su equipo la última gran ovación de la noche antes de marcharse cada uno a su casa con la certeza de que han asistido a un espectáculo que tardarán tiempo en olvidar: El Mann Filter ha ganado en el último segundo al Burgos. El sueño de la salvación está más cerca.

Ayer fue una de esas tardes en las que el deporte muestra todas sus grandezas y miserias. El reverso de todo lo antes relatado era un Burgos que tuvo la victoria en su mano, pero que erró dos tiros para ganar en los últimos segundos gracias a la defensa de cinco jugadoras en la pista y casi dos mil personas desde la grada.

La tensión acumulada durante cuarenta minutos explotó en un crisol indescriptible de emociones que se contagiaron recíprocamente de la pista a la grada. El partido lo había tenido todo: El Burgos se puso diez arriba en el minuto 23 (43-53). Cuadrat pidió tiempo y sus chicas entendieron que no podían perder sin antes vender a precio de oro su derrota. Así fue. Al final del tercer periodo las amarillas ya ganaban por uno (59-58). Todo en el aire.

Mar Rovira, colosal, ya había aparecido con 16 puntos al descanso y Ega, que sumó aciertos y errores, había liderado la reacción del tecer cuarto con doce puntos. Burgos lo tenía claro, parándolas estaba ganado el partido y literalmente las asfixiaron. Pero no contaban con Naiara Díez. La joven pamplonica anotó en apenas tres minutos nueve puntos consecutivos, con dos triples caídos del cielo incluidos, y puso un 73-64 en el marcador a cuatro minutos del final que parecía definitivo...

Pero dos despistes infantiles permitieron a las burgalesas empatar a minuto y medio del final (74-74). Mann Filter atacó y Franciele recibió falta. La jovencísima brasileña erró el primer tiro libre pero metió el segundo. Quedaban solamente 43 segundos ya la renta era exigua.

Todo el pabellón defendió junto a su equipo y se forzó una lucha que favoreció a las visitantes que de esa manera disponían de 21 segundos más para intentar ganar. Pero no. Ayer no. Otra defensa de más de dos mil personas lo impidió. Sonó el bocinazo final y la euforia se desbordó hasta límites insospechados.

Poco importó saber minutos más tarde que Extremadura también había ganado y que habrá que seguir luchando hasta la extenuación para certificar la salvación en dos últimas jornadas que prometen ser agónicas. El Mann Filter se ha convertido en un sentimiento que difícilmente puede extinguirse porque ya ha anidado en los corazones de miles de personas que lo sienten como algo propio

JESÚS CUBRÍA

diarioequipo.com